La pirólisis podría convertirse en una alternativa innovadora en la transición hacia una economía circular y baja en carbono, pero su viabilidad económica a corto plazo podría estar lejos de concretarse.
De acuerdo con un reciente informe de Zero Waste Europe, elaborado por un destacado grupo de expertos, entre ellos el profesor Jean Paul Lange, antiguo científicos de Shell, esta tecnología termoquímica que actualmente se utiliza para descomponer una gran variedad de residuos en sustancias más simples, podría tardar al menos 50 años en ser comercialmente viable.
Más allá de la pirólisis
Para la industria del plástico, Zero Waste Europe propone una estrategia que no dependa de tecnologías como la pirólisis, sino en esfuerzos empresariales y estatales que se centre en la producción de menos plástico virgen y prioricen soluciones como:
- Prevención de residuos
- Reutilización de materiales
- Reciclaje convencional eficiente
Estas medidas buscan no solo limitar la contaminación, sino también frenar el consumo masivo de plásticos de un solo uso.
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Los retos de la pirólisis
Aunque la pirólisis podría procesar una parte de los residuos plásticos, no logra cerrar completamente el ciclo. Según el informe, esta tecnología depende en gran medida de la producción continua de plástico virgen, lo que refuerza nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Además, empresas como Shell y ExxonMobil han comenzado a retirar sus inversiones en este campo debido a dudas sobre su rentabilidad económica.
A pesar de estas limitaciones, la Unión Europea y otros gobiernos continúan financiando proyectos de reciclaje químico, despertando preocupaciones sobre un posible caso de «greenwashing» o lavado verde.
Lauriane Veillard, responsable de políticas en Zero Waste Europe, enfatiza que la pirólisis está lejos de ser una solución completa para afrontar el tema de la gestión de residuos.
“Esta revisión confirma que la tecnología no es viable económicamente y perpetúa nuestra dependencia de los combustibles fósiles y la contaminación plástica”, afirmó.
Asimismo, instó a los gobiernos a adoptar medidas firmes, descartando prácticas poco transparentes como la contabilidad de «balance de masas», que permite a las empresas atribuir porcentajes de material reciclado a productos sin garantías claras.