Quizá estemos más cerca de vivir en casas de plástico de lo que se imagina. Hay muchos proyectos que indican que, para matar dos pájaros de un tiro, es decir, para combatir la contaminación de plástico y la falta de materiales de construcción, se pueden fabricar ladrillos, como ya lo hace desde hace un lustro la ingeniera africana de materiales en Kenia, África, Nzambi Matee, quien fundó con éxito merecedor de premios (en 2020 recibió el Premio Jóvenes Campeones de la Tierra), una fábrica de ladrillos, adoquines, baldosas y tapas de alcantarilla… con los residuos plásticos de Nairobi, para evitar que contaminen la ciudad.
Nzambi Matee partió de la premisa de que “para que una vivienda sea 100% amigable con el medio ambiente es fundamental cambiar la matriz energética por renovables”, y ya lleva un montón de toneladas de este material con un método desarrollado por ella misma, que afirma que los suyos son dos veces más resistentes que los bloques de concreto comunes.
Y no sólo hace adoquines, sino productos para carreteras, para locales comerciales y para aceras y complejos domésticos donde no hay tráfico de maquinaria pesada.
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La propuesta de Matee fomenta la economía circular gracias al triple impacto positivo que genera: económico (materiales de construcción a precios asequibles), ambiental (reciclaje) y social: ha creado numerosos puestos de trabajo para recolectores de basura, mujeres y jóvenes.
En México, por otro lado, ya es posible habitar una casa hecha 100% de plástico gracias al trabajo del ingeniero mexicano Ramón Espinosa Solís, e impulsado por Ricardo Montemayor López.
Polímeros de Saltillo es el nombre de su empresa abocada a la fabricación de productos basados en una mezcla de polímeros, de donde obtienen placas para construir viviendas funcionales con una mayor durabilidad y a un costo de producción menor que el de una casa convencional.
De acuerdo con sus fundadores, este proyecto tiene el objetivo de “ofrecer una vivienda digna y ayudar a la reducción del plástico que contamina al medio ambiente”.
