La historia del plástico: así nació la era del PVC, el nylon y el teflón

En 1912, el químico alemán Friz Klatte, pionero de los polímeros, patentó el Policloruro de Vinilo, mejor conocido como PVC. En los años 1950 su uso se disparó al descubrirse que puede fabricarse a partir de un subproducto muy barato de la industria química, el cloro.

En los años 1950 la producción industrial se desarrolló a partir de fracciones refinadas de petróleo, y desde tres productos clave: la Poliamida (PA) que demostró su eficacia como tejido de los paracaídas estadounidenses durante el desembarco de Normandía en 1944; el teflón, un material de guerra usado por su resistencia que luego pasó a recubrir las sartenes del mundo entero, y la silicona.

Los plásticos se obtenían principalmente de derivados del petróleo, como el Polietileno (PE), el Poliestireno (PS), el ya mencionado PVC y el ABS, o Acrilonitrilo Butadieno Estireno.

Los procesos de fabricación en ese entonces no eran tan elaborados como ahora. Los más frecuentes eran:

  • Moldeo por inyección: Se usaba para utensilios de cocina, juguetes y piezas industriales.
  • Moldeo por soplado: Ideal para botellas y recipientes huecos.
  • Extrusión: Para fabricar tubos, láminas y perfiles.

Los equipos utilizados en esos años eran las máquinas de inyección hidráulicas, los moldes metálicos pesados y los sistemas de refrigeración rudimentarios.

Claro, por entonces la automatización era limitada, y el trabajo manual tenía un papel importante.


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No existían los envases desechables

En 1958 los plásticos eran todavía una novedad, usada en tejidos como el tergal o en muebles como la formica, pero no se conocían todavía las bolsas ni los envases desechables de material plástico.

Para materiales muy húmedos o grasientos, se usaba (y se usa aún) papel encerado. Las bolsas de plástico, el filme plástico o de aluminio, las bandejas de poliespán, las cajas y blísteres de plástico, entre otros, sustituyeron a diferentes formas de envolver lo que comprábamos con diferentes tipos de papel y cartón.

La historia del plástico: así nació la era del PVC, el nylon y el teflón
El yo-yo, de juguete a fenómeno cultural: Generaciones lo han convertido en un símbolo de destreza, nostalgia y juego sin edad.

Por entonces, la estética y el diseño iban a lo suyo, sin tanta sofisticación: Los colores eran vibrantes: Tonos pastel y saturados como turquesa, rojo cereza, amarillo canario. Las formas eran redondeadas: Inspiradas en el diseño futurista de la era espacial, como las que se veían en los comics y las portadas de las novelas de ciencia ficción. Y, por lo general, las texturas eran lisas o con patrones geométricos: Muy populares en utensilios de cocina y sobre todo en los juguetes.

Los mercados llegaron ya…

En aquella época no había mercadólogos ni elaborados planes de marketing. Los fabricantes se copiaban sus productos con frecuencia y sopesaban a sus audiencias por ensayo y error.

Sus principales mercados eran las amas de casa, a las que destinaban utensilios de cocina, como coladores, cucharones, recipientes herméticos, cubetas, palanganas, basureros; y para la decoración, floreros, cortinas de baño y organizadores.

Para la seguridad y otros objetos del hogar ya había protectores de enchufes, cascos ligeros, botas de hule y muchas cosas más.

Para la industria textil, el poliéster y el nylon permitieron una producción masiva de ropa sintética, convirtiéndose en una opción económica y práctica.

Finalmente, para el mercado de la industria y las empresas, los transformadores elaboraron archivadores, bandejas, teléfonos, sillas. Hubo quienes empezaron a reemplazar materiales como el marfil y el carey en objetos cotidianos, desde peines hasta carcasas de aparatos.

Para la fábrica produjeron carcasas de maquinaria, componentes eléctricos, señalización… y muchas cosas que aún perduran en muchas compañías de abolengo.

Otro mercado de los años 50 y 60, y quizá de los más jugosos, era el de los niños, con fantásticos juguetes; como aros, yo-yos, soldaditos, muñecos, bloques, triciclos, carritos de pedales, juegos de té, casitas con muebles de miniatura y modelos para armar (ver RECUADRO).

Juguetes de plástico icónicos de los años 50 y 60

Vehículos de juguete

  • Matchbox y Hot Wheels: Aunque Hot Wheels se popularizó más en los 60, los autos de plástico y metal eran un clásico en las pistas improvisadas de casa.
  • Tractocamiones Structo Toys: Grandes, resistentes y con partes móviles, eran el sueño de cualquier niño.
  • Carritos de fricción japoneses: Hechos de lámina y plástico, con diseños de autos deportivos y camiones.

Figuras y muñecos

  • Soldaditos de plástico Louis Marx: Representaban batallas de la Segunda Guerra Mundial y eran muy detallados.
  • Muñeca Mariquita Pérez: Aunque originalmente de cartón y tela, en los 60 se modernizó con accesorios de plástico.
  • Indios y vaqueros Comansi: Con figuras de plástico pintadas a mano, permitían recrear aventuras del lejano oeste.

Juegos de construcción

  • Lego: En 1955, la firma danesa lanzó sus bloques de plástico que revolucionaron el juego creativo (y que siguen dando de qué hablar).
  • Metaling: Aunque era de metal, coexistía con piezas plásticas en juegos de construcción más avanzados.

Juguetes de acción y destreza

  • Yoyos Duncan: De plástico duro, se volvieron tan populares que incluso llegaron al espacio en una misión de la NASA.
  • Peonzas y trompos: Aunque muchos eran de hojalata, también se fabricaron versiones plásticas más seguras.

El plástico se difundió tanto que hoy está presente en cada rincón de la cotidianeidad: La producción mundial se multiplicó por 230 entre 1950 y los días que corren ahora, mientras que la población mundial apenas se triplicaba, alcanzando hasta hace unos días la inimaginable cifra de 8,200 millones de habitantes, según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

De la nostalgia a la realidad

En la actualidad, un 60% del plástico producido se destina al embalaje, la construcción y el transporte, un 10% va al textil, un 4% a la electrónica, un 10% a productos de consumo, un 2% a neumáticos y un 15% a otros usos.

Sólo un 9% se recicla y entre 19 y 23 millones de toneladas terminan amontonados en lagos, ríos y océanos, según señala la OCDE.

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