Paul John Flory, químico y profesor universitario estadounidense, fue galardonado con el Premio Nobel de Química en 1974 “por sus estudios, teóricos y prácticos, en la fisicoquímica de las macromoléculas”. Su trabajo en averiguar el comportamiento de los polímeros en solución y sus logros fundamentales, tanto teóricos como experimentales, en la físico-química de las macromoléculas convencieron al comité que otorga los premios.
Ese mismo año, también recibió la Medalla Priestley, concedida por la American Chemical Society, y la Medalla Nacional de la Ciencia. Cabe destacar que recibió otros galardones, entre ellos, en 1968, la Medalla Charles Goodyear. Sus estudios fueron fundamentales para encontrar una teoría satisfactoria que permitiera explicar el comportamiento de los polímeros y otras macromoléculas.
Flory nació en Sterling, Illinois, el 19 de junio de 1910, y falleció el 9 de septiembre de 1985, a la edad de 75 años, en Big Sur, California. Su padre, Ezra Flory, fue pastor protestante y su madre, Martha Brumbaugh, maestra de escuela.
Acudió al Manchester College de Indiana, donde comenzó a interesarse sobre todo por la química. Tras graduarse en 1931, acudió a la Universidad del Estado de Ohio (Ohio State University) para realizar su tesis doctoral sobre fotoquímica y espectroscopia, bajo la dirección del profesor Herrick L. Johnston.
Luego de graduarse en química, en la Elgin High School, en 1927, se doctoró en la Universidad Estatal de Ohio en 1934. Poco después, fue contratado por la compañía DuPont para trabajar dentro del grupo de investigación encabezado por Wallace Carothers, el inventor del Nylon y el neopreno. Con él trabajó muy de cerca en lo que toca a la creación de los polímeros.
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Investigaciones históricas
Flory fue el primero en esclarecer y explicar la conexión entre las longitudes de las moléculas formadas en cadena y las condiciones de reacción que estas determinan. Pero con Carothers empezó a interesarse por las sustancias poliméricas y los fundamentos del proceso de polimerización.
Sus investigaciones se orientaron en descubrir cómo se forman las moléculas que después se enlazan en largas cadenas, procesos de gran importancia en la fabricación de plásticos. Su trabajo sobre las macromoléculas puso de manifiesto la importancia que tiene conocer el tamaño y la forma de estas moléculas flexibles para poder establecer una relación entre su estructura química y sus propiedades físicas.
Se cuenta que acuñó el concepto -o una técnica- que denominó temperatura zeta y punto zeta (theta o Z) que fue rebautizada después en su honor como “temperatura Flory”, por la cual la molécula asume un tipo de estado óptimo de compactación que varía según los tipos de polímeros y los diferentes agentes disolventes. Es decir, se puede definir como la temperatura en la cual las interacciones de la molécula polímera con el disolvente son equivalentes a las interacciones atractivas entre los eslabones de la cadena polímera. Cuando esto sucede, la molécula polímera se encuentra en una especie de estado ideal.
El primero en varios campos de la ciencia
Otro de sus logros fue mostrar que es posible encontrar una constante universal para recapitular cuantitativamente todas las propiedades de las disoluciones de polímeros; esta constante se conoce ahora como constante universal de Flory.
Asimismo, fue el primero en demostrar la conexión teórica entre las longitudes de las moléculas formadas y las condiciones de reacción. Además, descubrió un nuevo tipo de reacción denominado transmisión de cadena, que se caracteriza porque una cadena en crecimiento puede transmitir a otra molécula su capacidad de crecimiento, dejando ella misma de crecer.
En 1936 Flory se casó con Emily Catherine Tabor, con quien tuvo tres hijos: Susan, Melinda y Paul John. Al año siguiente, en 1937, se trasladó al Laboratorio de Investigación Científica Básica de la Universidad de Cincinnati, pero no duró mucho ahí (dos años) debido a que el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de desarrollar la síntesis de caucho sintético le hicieron volver a la industria. En esos años colaboró para las compañías Esso (1940-1943) y Goodyear (1943-1948), donde a pesar de la situación halló momentos para continuar con su investigación básica.
En 1948, Peter Debye le pidió participar como profesor adjunto en la Universidad de Cornell, experiencia que le resultó muy grata, por lo que no dudó en aceptar la cátedra que le propusieron en el otoño de ese mismo año. Casi una década después, en 1957, se mudó con su familia a Pittsburgh para integrar un programa de investigación básica en el Instituto Mellon. En 1961, sin embargo, fue nombrado profesor de química en la Universidad de Stanford, donde aceptó una cátedra en el Departamento de Química. En 1976 fue nombrado profesor emérito de esta universidad.