Delegados de 175 países iniciaron este lunes las conversaciones en Busan, Corea del Sur, para alcanzar un Tratado Global para controlar la contaminación provocada por la mala gestión de los residuos plásticos.
El foco de las negociaciones hasta el día domingo se concentró en definir si los países pueden reducir sus diferencias sobre si regular o no la producción de plástico.
Posturas en contradas rumbo a un Tratado Global sobre los plásticos
La Unión Europea y las naciones insulares vulnerables a la contaminación marina están pidiendo una reducción en la cantidad total de producción de plástico bajo un objetivo global uniforme.
Los países productores de petróleo y China, en cambio, se oponen a la propuesta por preocupación sobre el posible impacto en sus economías y las del resto del mundo.
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Japón busca esfuerzos integrados para reducir la contaminación, incluyendo el diseño y la fabricación de productos plásticos fácilmente reciclables, así como una mejor eliminación y reciclaje, en lugar de introducir restricciones uniformes a la producción.
Una ronda de discuciones que será clave
La ronda anterior de conversaciones, en Ottawa en abril de 2024, se considera un fracaso. Se avanzó poco en la forma en que debería ser una solución y muchos puntos clave quedaron pendientes.
Hasta el momento, activistas, empresas y muchos miembros de la Coalición de Alta Ambición -una alianza de estados miembros de la UE y países del hemisferio sur donde se vierten o incineran gran parte de los desechos plásticos del mundo- coinciden en que los límites a la producción son la mejor manera de frenar el flujo de desechos plásticos y alentar a los países a reciclar más.
Las delegaciones en Busan cuentan ahora con una semana para llegar a un acuerdo en cuestiones delicadas como el tope de la producción de plástico, la posible prohibición de sustancias químicas tóxicas o la financiación de medidas que se incluirán en el tratado.
Aunque este año Estados Unidos insinuó su disposición a respaldar restricciones a la producción de plásticos, informes recientes sugieren un cambio de postura. Además, la posible reelección del republicano Donald Trump añade incertidumbre sobre el nivel de compromiso de la delegación estadounidense. Ante este panorama, algunos negociadores cuestionan si vale la pena buscar el respaldo de un país que podría nunca ratificar el tratado.