El patito de hule atraviesa por uno de los momentos más difíciles de su historia. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como las tensiones diplomáticas entre el presidente Donald Trump y el gobierno de Canadá, están afectando gravemente al Museo del Patito de Goma, ubicado en Point Roberts, Washington.
El museo no sólo es conocido por albergar ejemplares únicos y más de 100 años de historia del patito de hule, también funciona como tienda especializada en estos juguetes de baño, sin embargo, su singular ubicación geográfica ha resultado ser su mayor obstáculo.
Un enclave atrapado entre países
Point Rovers es un pequeño poblado ubicado en un enclave estadounidense, la punta de una península conectada con la Columbia Británica, que se encuentra al sur del paralelo 49, en la principal línea divisoria entre Estados Unidos y Canadá.
Esto quiere decir que su única frontera terrestre es con Canadá, lo que significa que los visitantes necesitan un pasaporte para poder arribar. Pero no sólo se trata de las dificultades aduaneras, con el aumento de los aranceles entre Estados Unidos y Canadá, se ha generado un mayor énfasis en la seguridad en los cruces fronterizos.
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Este clima ha provocado que no sólo El Museo del Pato de Hule, sino que todos los negocios en Point Roberts, sufran una falta de actividad.
“Puedes sentirlo en el aire. Todo está silencioso. No hay coches en la calle ahora mismo, e incluso durante el fin de semana de Pascua, se sentía vacío», dijo Neil King, quien dirige el museo con su esposa, Krystal, a Scott Simon de la NPR durante una entrevista transmitida el 10 de mayo.
Se trata de un grave problema para la subsistencia del negocio, ya que gran parte de su rentabilidad radica no sólo en la entrada al museo, sino de los tres mil patitos de hule que mantienen a la venta.

El patito de hule se enfrenta a bajas ventas y a una crisis de producción
Desde que el presidente Trump lanzó una guerra arancelaria contra países, como Canadá y China, e insistió en que Canadá sería el estado número 51, muchos menos visitantes canadienses han acudido a este puesto fronterizo estadounidense. Tras meses de bajas ventas, y ahora ante la posibilidad de aranceles del 145 % sobre productos procedentes de China, los King afirman que buscan cambiar la sede del museo para sobrevivir.
La única manera de que el negocio sobreviva, dijo King, es mudarse al norte, a Canadá, pero incluso así se enfrentan a otro grave problema: los patitos de hule enfrentan también una crisis en su modelo de producción derivado de la guerra comercial.
«Prácticamente de la noche a la mañana, todo el modelo de negocio se volvió insostenible», dijo King. «Nadie fabrica patitos de goma fuera de China. Y así, de repente, todos los productos que traemos al museo se encarecieron. Ya no podemos conseguir patitos de goma a un precio razonable para nadie».
Pese a la incertidumbre, Neil y Krystal King, planean trasladar su museo y tienda de regalos a Canadá este verano y esperar a que las tensiones comerciales y políticas vuelvan a lo que una vez fueron.