Conciencia y educación: la defensa del plástico

Al basar nuestras acciones en datos precisos y promover la transparencia y la educación, podemos desarrollar estrategias sostenibles y efectivas para gestionar los plásticos y minimizar su impacto ambiental.

Hay que tener presente que quienes defienden los atributos del plástico señalan las cualidades que hay que distinguir y que la condena indiscriminada e irracional oculta de manera injustificada:

  • Versatilidad: El plástico se utiliza en una amplia variedad de aplicaciones, desde envases hasta dispositivos médicos y componentes de automóviles. Su versatilidad es inigualable.
  • Durabilidad: Los plásticos son resistentes y pueden durar mucho tiempo, lo que es beneficioso para productos reutilizables.
  • Eficiencia energética: En algunos casos, la producción de plástico requiere menos energía que otros materiales, como el vidrio o el metal.
  • Innovación: La investigación en plásticos biodegradables y reciclables está en marcha, lo que podría mejorar su sostenibilidad.

En lugar de ver al plástico como un villano, debemos encontrar un equilibrio. Sin duda hay que formular entre todos soluciones sostenibles y eso implica revalorar sus atributos para atenuar su huella ambiental.

MOVIMIENTO ANTI-PLÁSTICO

El debate sobre el uso excesivo de plásticos y su impacto ambiental aumentó significativamente en las últimas décadas. De hecho, la gestión inadecuada de los residuos plásticos ha generado preocupaciones ambientales significativas en muchos países.

Diversas organizaciones no gubernamentales (ONGs) surgieron con la bandera del sobreconsumo de productos plásticos desechables, y se pusieron como meta combatir la contaminación por plásticos, generando un movimiento global que ha influido en políticas públicas y percepciones sociales que rayan en los prejuicios y las fake news, o verdades a medias.

¿LUCRO O MILITANCIA?

Sin embargo, es esencial entender las motivaciones y bases científicas detrás de estas iniciativas para evaluar su efectividad y sostenibilidad a largo plazo. Desde finales del siglo XX, el activismo ambiental generó el surgimiento de varias ONG’s que han centrado sus esfuerzos en la lucha contra los plásticos.

Entre las más relevantes se encuentran Greenpeace, fundada en 1971, que ha sido una de las voces más preponderantes en la batalla contra la contaminación plástica. Sus campañas han sido esenciales para poner el tema en la agenda global, promoviendo alternativas supuestamente más sostenibles y la reducción del uso de plásticos de un solo uso.

En 2009, la Plastic Pollution Coalition se formó como una coalición global de más de mil organizaciones, empresas y líderes individuales. Su misión es reducir el uso de plásticos desechables y eliminar la contaminación plástica de nuestros océanos y medio ambiente.

De mismo modo, Break Free From Plastic, lanzada en 2016, une a más de 1,900 organizaciones en todo el globo con el objetivo común de reducir la producción y consumo de plásticos, promoviendo políticas de economía circular.

Otras organizaciones, como Oceana, Surfrider Foundation y Plastic Oceans International también se autodefinen con la misión de la protección de nuestros océanos y playas, enfocándose en programas de limpieza y educación.

Beyond Plastics, fundada por Judith Enck, exadministradora regional de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, trabaja para eliminar la contaminación plástica a través de la promoción de políticas públicas y la educación.

Se sabe que el objetivo común de muchas ONG’s es obtener recursos a través de donativos, y queda muy claro que descubrieron que atacar a los plásticos resulta muy lucrativo. Sin embargo, a menudo estas campañas no se basan en evidencias científicas sólidas. Aprovechan las preocupaciones públicas sobre el medio ambiente y la salud para atraer donaciones y apoyo, lo que plantea la necesidad de un enfoque más equilibrado y basado en la ciencia.

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GESTIÓN INADECUADA

A principios del siglo XXI, la falta de sistemas eficientes de reciclaje y la disposición incorrecta de plásticos aumentaron la contaminación ambiental. De ahí que la economía circular se convirtió en el concepto que comenzó a ganar prominencia como una alternativa al modelo tradicional de economía lineal (tomar, hacer, desechar).

Este enfoque buscaba mantener los productos, componentes y materiales en su máxima utilidad y valor en todo momento, promoviendo un sistema de circuitos cerrados donde los residuos se convirtieran en recursos.

La Fundación Ellen MacArthur, fundada en 2010 por la ex regatista Ellen MacArthur, es una de las principales promotoras de la economía circular.


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La fundación trabaja con empresas, gobiernos y académicos para construir un marco económico que elimine los residuos y la contaminación, mantenga los productos y materiales en uso y regenere los sistemas naturales. La influencia de la Fundación Ellen MacArthur ha sido crucial en la difusión y adopción de principios de economía circular en todo el mundo, incluidas políticas para la reducción del uso de plásticos y la promoción de materiales reciclables y reutilizables.

En Ambiente Plástico estamos convencidos de que, en los últimos años, ha habido avances significativos en el reciclaje del plástico, especialmente hacia una economía circular, como:

  1. Una clasificación más eficiente: Las plantas de clasificación mecánica, como las desarrolladas por Stadler, pueden alcanzar hasta un 95% de eficiencia en la clasificación de plásticos. Si se utilizan equipos electrostáticos o de lavado, incluso se puede llegar al 100%.
  2. El aprovechamiento de Resina posconsumo (PCR):
    La industria del reciclaje se esfuerza por producir resina de alta calidad a partir de plásticos reciclados. Esto permite competir con la resina virgen y fomenta la economía circular. Es más, grandes marcas también están explorando nuevos usos para la PCR, como fabricar palets de plástico reciclado, lo que tendría un impacto ambiental significativo.
  3. Compromisos globales:
    Empresas se han comprometido a eliminar empaques de plástico problemáticos y aumentar el uso de plástico reciclado en sus productos. El objetivo es quintuplicar el uso de PCR en envases para 2025.

En México, también se han logrado avances, como reducir la cantidad de materiales para fabricar envases y acopiar envases de PET y otros plásticos. A medida que la conciencia crece, vamos a seguir avanzando hacia soluciones más sostenibles.

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PROHIBICIONES DE USO DE PLÁSTICOS

Las prohibiciones y restricciones sobre el uso de plásticos han sido implementadas en diversas partes del mundo desde hace varias décadas, reflejando una creciente preocupación por su impacto ambiental.

EL BUMERÁN DE LA PROHIBICIÓN

Aunque muchos países han implementado prohibiciones sobre el uso de plásticos, los efectos no resultaron evidentes, razón por la que, recientemente, algunos han derogado dichas legislaciones debido a diversos factores económicos, sociales y logísticos.

Tal es el caso de varios estados y ciudades de Estados Unidos que, como respuesta a la pandemia de COVID-19, suspendieron temporalmente las prohibiciones sobre bolsas de plástico de un solo uso para reducir el riesgo de contagio y facilitar la operación de tiendas y supermercados.

Los ejemplos incluyen localidades como Maine y New York, donde las prohibiciones se pospusieron o se relajaron. También en ciertos estados australianos, como Nueva Gales del Sur, las prohibiciones planificadas sobre las bolsas de plástico de un solo uso se pospusieron, debido a la presión de la industria y preocupaciones logísticas.

Asimismo, durante la pandemia de COVID-19, el Reino Unido suspendió temporalmente el cobro obligatorio por bolsas de plástico en ciertos entornos, aunque esta medida fue revertida más tarde.

Hace poco, Noruega decidió derogar la prohibición de bolsas de plástico después de evaluar los efectos de esta y considerar alternativas más efectivas y sostenibles. Aunque la prohibición inicial sí redujo el uso de bolsas de plástico, también condujo a un aumento en el uso de bolsas de papel y bolsas de plástico más gruesas, que a menudo tenían un mayor impacto ambiental.

En lugar de una prohibición rígida, Noruega ha adoptado incentivos para el reciclaje, campañas de educación pública, y mejoras en la infraestructura de gestión de residuos para abordar el problema de manera más holística. Un claro ejemplo de que la prohibición no siempre es la solución.

INFORMACIÓN TERGIVERSADA

Existen numerosos mitos sobre el uso de plásticos y se han arraigado en la conciencia pública debido a la desinformación y la interpretación errónea de estudios científicos. En esta sección abordamos los principales mitos, su origen y las evidencias que los desmitifican.

En algunos casos, la producción de plástico requiere menos energía que otros materiales, como el vidrio o el metal.

Para este fin, recurrimos a información generada por el científico Chris DeArmitt, a través de su sitio Phantom Plastics y en su libro The Plastics Paradox, así como en su participación en redes sociales y en diversas entrevistas publicadas donde defiende a los plásticos y desmiente tanto mitos como malentendidos.

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En algunos casos, la producción de plástico requiere menos energía que otros materiales, como el vidrio o el metal.

DeArmitt, varias veces mencionado en Ambiente Plástico, es químico con doctorado y miembro de la Royal Society of Chemistry, así como del Institute of Materials, Minerals and Mining; es fundador de Phantom Plastics, una consultoría especializada en polímeros y plásticos.

Además, DeArmitt comparte de manera continua sus opiniones sobre la contaminación por plásticos, enmarcándola como basura causada por los consumidores en lugar de contaminación causada por la industria, y apoya soluciones que se enfoquen en modificar el comportamiento de los consumidores, como la educación, las multas y los sistemas de depósito.

Mito 1: La imagen de la tortuga con el popote es una evidencia concluyente del impacto de los plásticos

La famosa imagen de la tortuga con un popote en la nariz se ha utilizado como símbolo de la contaminación plástica. El video viral de la bióloga marina Dra. Christine Figgener, mostrando la extracción de un popote de la nariz de una tortuga, catalizó el movimiento global contra los popotes plásticos. Sin embargo, la autenticidad del objeto no fue confirmada científicamente, de acuerdo con evidencias publicadas por DeArmitt. A pesar del impacto emocional del video, los popotes representan solo el 0.03% de los residuos plásticos en los océanos.

Mito 2: Los plásticos son responsables de la mayoría de la contaminación marina y forman una isla de basura en el Pacífico

El término «Great Pacific Garbage Patch» se popularizó en los medios y se describe frecuentemente como una enorme isla de basura plástica flotante en el océano Pacífico. Esta representación surgió en gran parte debido a las descripciones iniciales de Charles Moore, quien descubrió la zona de alta concentración de desechos en 1997. Además, las imágenes de plásticos en los océanos y en playas han llevado a la creencia de que los plásticos son el principal componente de la basura marina.

En realidad, la «isla» no es una masa sólida de basura flotante, sino una dispersión de distintos desechos marinos que se extienden por una vasta área del océano, principalmente debajo de la superficie. Según la NOAA (Response and Restoration), estas acumulaciones son áreas de mayor concentración de desechos marinos, pero están compuestas en gran medida por pedazos de plásticos que no son visibles desde el espacio y no forman una superficie sólida.

Los plásticos tienen más vidas y en otras formas y texturas

Estudios posteriores han demostrado que alrededor del 90% de estos plásticos tienen menos de 10 milímetros de diámetro. Aunque los plásticos representan el 80% de la basura marina visible, la mejora de la gestión de residuos es esencial para abordar el problema de manera integral.

Tal es el caso de Noruega, en donde cuentan con un sistema de depósito que permite alcanzar tasas de reciclaje del 97% para botellas de plástico, demostrando que políticas efectivas pueden reducir significativamente la basura marina.

Mito 3: Los plásticos de un solo uso son la mayor fuente de contaminación ambiental. Reemplazarlos con otros materiales siempre es mejor para el medio ambiente

La creciente visibilidad de los desechos plásticos en medios y redes sociales ha llevado a la percepción de que los plásticos de un solo uso son el principal contaminante. Esta percepción hace que se cometan múltiples errores al querer sustituir los plásticos por materiales como papel, vidrio o aluminio, los cuales pueden tener un impacto ambiental mayor en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, uso de recursos y generación de residuos.

De acuerdo con infinidad de estudios publicados en el libro The Plastics Paradox, en casi todos los casos, reemplazar a los plásticos, explica DeArmitt, “significa aumentar hasta tres veces más los gases de efecto invernadero, aproximadamente cuatro veces más desechos y el doble de combustible fósil utilizado si se opta por papel, metal o vidrio”.

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Sustituir plásticos por vidrio puede incrementar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 22 veces más, según un estudio de Trucost para la Fundación Ellen MacArthur. Otros materiales, como el aluminio y el papel, también tienen un mayor impacto ambiental en comparación con los plásticos en muchas aplicaciones.

Enfocándose en el embalaje de alimentos, DeArmitt señala que: «la comida es increíblemente perjudicial para el medio ambiente», debido a los recursos necesarios para producirla. En un alimento envasado típico, «el 3% del impacto es del embalaje de plástico, y el resto es del alimento y el transporte”. Además, destaca que «los envases de plástico evitan que los alimentos se echen a perder y los protege durante el transporte, de manera que se ahorra de cinco a diez veces más dióxido de carbono».

Estudios de ciclo de vida muestran que los plásticos pueden tener un 80% menos de impacto ambiental en comparación con el vidrio y un 50% menos en comparación con el aluminio, considerando las emisiones de CO2 y el uso de recursos.

Mito 4: Las bolsas de plástico son peores para el medio ambiente que las bolsas de papel o tela

La idea de que las bolsas de papel son más ecológicas que las de plástico se popularizó debido a campañas de marketing y desinformación. Un estudio del Instituto Sueco de Investigación Ambiental encontró que una bolsa de papel necesita ser reutilizada al menos 43 veces para compensar su mayor impacto ambiental en comparación con una bolsa de plástico reutilizable.

La producción de bolsas de plástico requiere menos energía y emite menos gases de efecto invernadero en comparación con las bolsas de papel y de algodón. Las bolsas de plástico de polietileno de alta densidad (HDPE) son reutilizables y reciclables, y generan aproximadamente un 39% menos de emisiones de gases de efecto invernadero que las bolsas de papel no compostadas y un 68% menos que las bolsas de papel compostadas.

En contraste, la producción de bolsas de papel consume significativamente más recursos, incluyendo agua y energía, en comparación con las bolsas de plástico. Un estudio de 2005 encontró que la fabricación de bolsas de papel requiere cuatro veces más energía y produce tres veces más gases de efecto invernadero que la fabricación de bolsas de plástico (Reason, 2022). También se encontró que estas necesitan ser reutilizadas entre tres y 43 veces para neutralizar su impacto ambiental en comparación con una bolsa de plástico, lo cual es improbable, debido a su baja durabilidad (Stanford Magazine, 2020).

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En cuanto a las bolsas de algodón, especialmente las orgánicas, tienen un impacto ambiental muy alto debido al uso intensivo de agua, tierras y pesticidas. Según un estudio danés, una bolsa de algodón debe ser reutilizada al menos 7,100 veces para igualar el perfil ambiental de una bolsa de plástico (Better Meets Reality, 2020). Aunque las bolsas de algodón son muy duraderas, su alto impacto inicial significa que deben ser reutilizadas una cantidad significativa de veces para compensar su huella ambiental (Climate School, Columbia University, 2020).

Las bolsas de telas no tejidas, elaboradas con polipropileno (PP) o polietileno tereftalato (PET), tienen una vida útil más larga que las bolsas de papel y plástico. Son fuertes, ligeras y resistentes al agua, lo que las hace ideales para múltiples usos. Estas bolsas deben ser reutilizadas entre 10 y 20 veces para que su impacto ambiental sea menor que el de las bolsas de plástico de un solo uso. Esto las hace más sostenibles si se utilizan repetidamente y, aunque en teoría pueden reciclarse, aún no es suficiente la disponibilidad de empresas que se dediquen a este objetivo.

Mito 5: Los plásticos son difíciles de reciclar y la mayoría no se reciclan

Distintos medios de comunicación masiva se han volcado en publicar una serie de críticas sobre el reciclaje de plásticos en las que argumentan que éste no resuelve el problema de la contaminación plástica debido a su ineficiencia, altos costos, problemas de contaminación cruzada y la complejidad del reciclaje. Sin embargo, estas críticas generalmente no cuentan con evidencias claras, pueden estar equivocadas o ser exageradas por varias razones.

La percepción general de que el reciclaje de plásticos es ineficiente se ha difundido debido a las bajas tasas de reciclaje en muchos países, especialmente en Estados Unidos. En países como Alemania, las tasas de reciclaje de plásticos son del 56%, lo que demuestra que, con la infraestructura adecuada, el reciclaje puede ser altamente efectivo.

Aunado a lo anterior, existen ideas de que los plásticos se degradan rápidamente en calidad después de ser reciclados y que los de color negro no son reciclables. Es un hecho que la tecnología ha avanzado significativamente, permitiendo la recuperación de plásticos en un elevado nivel de calidad, para lo cual en México contamos con muchos ejemplos.

Las plantas de reciclaje modernas están mejor equipadas para manejar una amplia variedad de tipos de plásticos y minimizar la contaminación cruzada. Además, en la medida que más países y empresas invierten en reciclaje, los costos asociados tienden a disminuir, haciendo que el reciclaje se vuelva, económicamente, más viable.

Por otro lado, con datos sólidos se ha demostrado que el reciclaje de plásticos reduce la cantidad de residuos que terminan en vertederos e incineradores, disminuyendo así el impacto ambiental general. Esto contribuye a una economía circular donde los materiales se reutilizan y mantienen en circulación el mayor tiempo posible.

Además, se sabe que el reciclaje impulsa la innovación en el diseño de productos y empaques más sostenibles y reciclables, incentivando a las empresas a desarrollar soluciones más amigables con el medio ambiente, utilizando menos recursos naturales y energía en comparación con la producción de plásticos nuevos a partir de materias primas fósiles. Lo anterior contribuye a una reducción significativa en la huella de carbono de la producción de plásticos. Al reciclar plásticos en lugar de producir nuevos, se evita la liberación de CO2 que ocurre durante la extracción y el procesamiento de combustibles fósiles.

Actualmente, cada vez hay más países que están implementando políticas que promueven el reciclaje y la reducción de plásticos de un solo uso. Estas políticas están acompañadas de inversiones en infraestructura de reciclaje que mejoran la eficiencia y efectividad del proceso.

Si bien las críticas al reciclaje de plásticos destacan desafíos reales, no reconocen completamente los avances tecnológicos, económicos y regulatorios que están mejorando la efectividad del reciclaje. El reciclaje de plásticos es una herramienta crucial en la transición hacia una economía circular y sostenible, y debe ser complementada con otras estrategias, entre las que sobresale la necesidad de educación y concientización entre todos los actores involucrados en la cadena de suministro, desde fabricantes hasta consumidores. La colaboración y la información correcta pueden conducir a soluciones más efectivas y sostenibles para el manejo de los plásticos y sus impactos ambientales.

Mito 6: El reciclaje avanzado (químico) es la única solución viable para el reciclaje de plásticos

La promoción de tecnologías avanzadas ha llevado a la creencia de que el reciclaje mecánico no es suficiente. Las grandes productoras globales de polímeros han anunciado con bombo y platillo proyectos altamente financiados para nuevos tipos de reciclaje, como el reciclaje químico, la disolución del plástico en solventes o la pirólisis, donde el plástico se calienta y se convierte en aceites o monómeros.

Existe una percepción popular de que estamos esperando el reciclaje avanzado “mágico” para hacer que los plásticos sean ecológicos, cuando, en realidad, el reciclaje mecánico estándar funciona bien para aproximadamente el 90% de los tipos de plástico que usamos, incluidos el Polietileno (PE), Polipropileno (PP), Polietilén Tereftalato (PET) y Cloruro de Polivinilo (PVC).

Estas alternativas más caras y complejas pueden tener un lugar eventualmente, pero no son la clave del éxito. El reciclaje mecánico ha demostrado ser ambientalmente sólido y utiliza maquinaria ya instalada en todo el mundo.

En el caso de la pirólisis, estudios de ciclo de vida revelan que no tiene sentido ambiental. Lo mismo ocurre con otros enfoques, como disolver el plástico en solventes o usar enzimas para descomponer el plástico en nuevos monómeros. Aunque técnicamente son factibles, estos métodos suelen resultar ser callejones sin salida cuando se consideran las inversiones necesarias y el impacto del propio proceso.

¿Por qué entonces hay tantos titulares y proyectos sobre ellos? Porque muchas personas harán lo que sea necesario para obtener financiación, incluso si un proyecto no es práctico o económicamente viable. Algunos han criticado los intentos de reciclaje avanzado, y tienen razón. Dedicar tiempo y dinero a tecnologías que no tienen sentido solo aumenta el impacto ambiental. Las tecnologías avanzadas pueden complementar el reciclaje mecánico en el futuro, pero no reemplazarlo completamente.

La falta de sistemas eficientes de reciclaje y la disposición incorrecta de plásticos aumentan la contaminación ambiental.

Mito 7: Los plásticos son la causa principal de la contaminación de residuos sólidos en los vertederos

La visibilidad de los plásticos en los residuos ha llevado a la creencia de que son el principal problema en los vertederos. Los plásticos constituyen alrededor del 12% del volumen total de residuos sólidos municipales en los vertederos de Estados Unidos, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA). La gestión integral de residuos es crucial para abordar el problema de los vertederos, no solo enfocarse en los plásticos.

Mito 8: Los plásticos degradables son la solución más amigable con el medio ambiente

Se cree que los plásticos degradables, como los bioplásticos y los plásticos oxodegradables, son más amigables con el medio ambiente porque se descomponen rápidamente, reduciendo así la acumulación de desechos plásticos.

La verdad es que los plásticos degradables no siempre son la opción más sostenible. Los bioplásticos, como los de ácido poliláctico (PLA) o polihidroxialcanoatos (PHA), requieren de condiciones específicas para degradarse completamente, tales como altas temperaturas y la presencia de microorganismos específicos que nada más se encuentran en instalaciones de compostaje industrial. En ausencia de tales condiciones, estos plásticos pueden persistir tanto tiempo como los plásticos tradicionales.

Además, la producción de bioplásticos puede tener una huella de carbono significativa debido al uso intensivo de recursos agrícolas y energía, lo que, en algunos casos, puede ser comparable o incluso mayor que la producción de plásticos convencionales.

La reciclabilidad también es un problema. Los bioplásticos mezclados con plásticos tradicionales pueden contaminar los flujos de reciclaje existentes, dificultando el proceso y reduciendo la calidad del material reciclado resultante.

Mito 9: Consumimos microplásticos equivalentes a una tarjeta de crédito por semana y producen esterilidad

En referencia a los microplásticos, son dos los mitos que han captado la atención pública de manera significativa: el supuesto consumo de microplásticos equivalente a una tarjeta de crédito por semana y la presencia de microplásticos en los testículos humanos.

Estos mitos, bastante alarmantes, requieren de un análisis más detallado y fundamentado en datos científicos para evitar el sensacionalismo. Es totalmente absurda la afirmación de que los humanos consumimos hasta 5 gramos de microplásticos cada semana, es decir, el peso equivalente al de una tarjeta de crédito.

Este dato se originó a partir de un informe de 2019 de WWF (World Wide Fund for Nature), conocida como Fondo Mundial para la Naturaleza, el cual estimó la presencia de microplásticos en diversos alimentos y bebidas. Sin embargo, esta cifra se interpretó incorrectamente y resulta exagerada. El informe representaba un extremo alto del rango estimado y no una medida universal aplicable a todas las personas.

De hecho, la cantidad real de microplásticos ingeridos puede variar considerablemente dependiendo de la dieta y el entorno de cada individuo. Es fundamental abordar este tema con una comprensión clara y precisa, evitando sobresaltos basados en interpretaciones erróneas.

El otro mito refiere la presencia de microplásticos en los testículos humanos, lo que ha generado preocupaciones sobre su impacto en la salud reproductiva. Estudios recientes encontraron microplásticos en muestras de testículos humanos y de perros, sugiriendo posibles interferencias con la producción de esperma y efectos hormonales adversos. No obstante, la evidencia actual no es concluyente y se necesita más investigación para comprender completamente estos efectos. La forma en que los microplásticos migran dentro del cuerpo humano, superando barreras como la hemato-testicular, aún no está clara.

Es importante destacar que estos estudios iniciales muestran la presencia de microplásticos, pero la cantidad exacta y su impacto en la salud requieren más investigación. La preocupación por los microplásticos en nuestros cuerpos es legítima, pero es esencial evitar conclusiones precipitadas sin una base científica sólida. Para abordar estos temas de manera efectiva, es crucial consultar fuentes confiables y estudios originales. La información debe ser presentada de manera equilibrada, proporcionando contexto y evitando el sensacionalismo.

En este sentido, DeArmitt opina: “…aún no he visto un solo estudio revisado por pares y creíble que haya demostrado algún daño por microplásticos”. Asimismo, añade que existe una desconexión entre lo que dicen los científicos y lo que reportan los medios de comunicación sobre este tema.

ESTRATEGIAS PARA COMBATIR LA DESINFORMACIÓN

La desinformación y los mitos sobre los plásticos pueden tener un impacto significativo en las políticas ambientales y en la percepción pública. Para atender esta desinformación, es esencial implementar una estrategia multifacética que involucre a gobiernos, industrias, académicos y la sociedad civil. La contaminación generada por la transformación de plásticos es menor si se compara con aluminio, papel o vidrio.

Es necesario desarrollar campañas de información pública que utilicen datos científicos sólidos para educar sobre los beneficios y desafíos del uso de plásticos. Estas campañas deben abordar los mitos comunes y proporcionar evidencia que los refute para no dejar lugar a dudas. Urge integrar la educación sobre el reciclaje y la gestión de residuos plásticos en currículos escolares y programas comunitarios. Siempre ayuda incluir información sobre el impacto ambiental comparativo de diferentes materiales.

Nuestro objetivo, como Ambiente Plástico, es difundir información precisa y combatir la desinformación. Utilizar infografías, videos y testimonios de expertos para llegar a una audiencia cada vez más amplia. Es importante financiar investigaciones independientes que estudien el impacto ambiental de los plásticos y sus alternativas. Publicar los resultados en revistas científicas revisadas por pares para asegurar la credibilidad. Desafortunadamente, los datos disponibles sobre reciclaje, producción y gestión de residuos son muy ambiguos. El costo de llevar a cabo estas investigaciones del mercado es elevado debido a su complejidad y a que existe mucha informalidad en el sector de reciclaje en países como México.

Una buena idea es establecer alianzas con instituciones académicas para llevar a cabo estudios longitudinales sobre el impacto de los plásticos y la efectividad de las políticas de gestión de residuos. Otra acción importante es desarrollar políticas y regulaciones que se basen en datos científicos y análisis de ciclo de vida. Evitar decisiones basadas en mitos o presiones políticas sin fundamentos científicos.

Para contrarrestar el diferencial de costos entre materiales reciclados de origen posconsumo en relación con los de origen fósil, es necesario ofrecer incentivos fiscales y subvenciones a empresas que utilicen materiales reciclados en sus productos, fomentando así un mercado más robusto para los plásticos reciclados. También resulta adecuado implementar estándares claros de etiquetado que informen a los consumidores sobre el contenido reciclado y la reciclabilidad de los productos plásticos.

Para lograr incrementar la calidad de los materiales posconsumo reciclados es necesario seguir en el proceso de invertir en el desarrollo de tecnologías cada vez más avanzadas de reciclaje que hagan el proceso más eficiente y rentable, así como promover el diseño de productos que faciliten el reciclaje, incluyendo el uso de mono-materiales y la reducción de componentes no reciclables.

Desde otro ángulo, resulta indispensable la colaboración multisectorial, es decir, fomentar la colaboración entre gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales para desarrollar soluciones integrales a la gestión de residuos plásticos; hay que organizar y participar en foros y conferencias internacionales donde se discutan y compartan mejores prácticas y avances en la gestión de plásticos y en la lucha contra la desinformación.

Por supuesto, para medir la efectividad de las políticas y programas implementados es prioritario establecer sistemas de monitorización y evaluación que permitan ajustar las estrategias basándose en los resultados obtenidos, a través de desarrollar indicadores de desempeño claros para evaluar el progreso en la reducción de la desinformación y la mejora en la gestión de plásticos.

 

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