La pandemia de COVID-19 y el crecimiento verde acelerado en todo el mundo han derribado muchos dogmas de la industria Petrolera. En ese entorno, las grandes compañías del sector están apostando miles de millones de dólares en derivados Petroquímicos, de manera tal que la demanda mundial de plásticos seguirá en ascenso.
Únicamente alrededor del 9% de todo el petróleo extraído del suelo se utiliza en las plantas petroquímicas para fabricar plástico, lo que lo convierte en una parte relativamente pequeña de los resultados de la industria Petrolera. Pero la tasa crecimiento de la demanda de plásticos, siempre constante, la ha convertido en una inversión atractiva: desde 1971 a la fecha, su producción creció más del doble que el producto interno bruto (PIB) mundial.
Si creemos en los pronósticos, lo anterior es apenas el principio. La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), con sede en París, espera que la producción de plástico llegue a 540 millones de toneladas para 2040. Este incremento en la demanda representaría el 45% del crecimiento total de la demanda de petróleo, lo que lo convertiría, para entonces, en el componente individual más grande del consumo de petróleo.
La crisis económica del COVID-19, provocó que la demanda de gasolina y combustible para aviones se desplomara, pero no ha interrumpido el impulso del plástico, acelerado por el creciente consumo en los países más poblados y de rápido desarrollo, como India y China.
La buena noticia para nuestro sector es que, a pesar de todo el daño económico de la pandemia, la demanda de plásticos para envases, el componente individual más grande de su uso, sigue siendo sólida. Además, muchos jugadores de la industria aseguran que su uso creciente en automóviles y dispositivos electrónicos –cada uno con infinidad de piezas de plástico–, también redundarán en importantes crecimientos, lo cual estimula a que las compañías petroleras proyecten planes para invertir 400 mil millones de dólares (MMD) en nuevas plantas petroquímicas.
No obstante, también sobrevuelan en este tema los escépticos, quienes consideran que la apuesta del sector petrolero por los petroquímicos podría resultar contraproducente. El argumento que sostienen es la creciente ola de regulaciones gubernamentales, la conciencia ambiental y las innovaciones tecnológicas para reducir el uso de plástico (aún sin comprobar) y que aumentar las tasas de reciclaje pondrá fin al crecimiento aparentemente interminable del plástico.
Carbón Tracker, una firma con sede en Londres, especializada en identificar riesgos financieros relacionados con el cambio climático, arguye que: “si esto sucede, la demanda global de plástico podría ralentizarse y crecer sólo un 1% anual y alcanzar su punto máximo en 2027”. Bajo este escenario, los riesgos para las empresas petroleras podrían ser graves, tomando en cuenta que los precios de los petroquímicos ya están rezagados y que el exceso de capacidad deprimirá aún más sus márgenes.
Por fortuna, la verdad siempre se impone, y abundan los estudios que demuestran –con análisis de su ciclo de vida– que los plásticos son más sustentables que los materiales alternativos. Chris DeArmitt, compiló muchos de estos estudios en su libro “Plastics Paradox” (Ver página 32) y él, como científico, asegura que “no se puede estar a favor del cuidado del medio ambiente si se está en contra de los plásticos”.
Un estudio reciente publicado en agosto de 2020, desarrollado entre Veolia y el Imperial College de Londres, demuestra que la huella de carbono de los plásticos es menor que otros materiales de envase. El estudio concluye que: «el plástico puede proporcionar las emisiones de carbono más bajas de los materiales disponibles, siempre y cuando éste se recicle correctamente, desacreditando, en efecto, el creciente movimiento para alejarse del plástico en todos los escenarios».
En la introducción al estudio apunta que sólo el 2% de los británicos (que bien puede ser una muestra significativa de la población mundial) considera que los plásticos, en comparación con otros materiales utilizados como envases, aportan el menor consumo de gases de efecto invernadero al medio ambiente a partir de su producción, uso y tratamiento posterior al uso.
De hecho, revisando los números, los plásticos son los menos impactantes, puntualiza el informe: «Los plásticos tienen un gran impacto en el carbono, que representa el 3.8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero es erróneo suponer que los materiales de envase alternativos tendrían un mejor rendimiento, y es importante tener en cuenta los beneficios de carbono que surgen del uso de plásticos».
Al sustituir con otro tipo de materiales (cartón, vidrio, acero y aluminio) la producción y fabricación de botellas de 500 ml de plástico, se obtiene como resultado una mayor emisión de gases de efecto invernadero. Por ejemplo, las botellas de vidrio son las que emiten más carbono. Los investigadores estiman que, si todas las botellas de plástico utilizadas a nivel mundial estuvieran hechas de vidrio, las emisiones adicionales de CO2 equivaldrían a alimentar unas 22 grandes centrales eléctricas de carbón. Esto equivale a la electricidad consumida por un tercio del Reino Unido.
Nick Voulvoulis, profesor de tecnología ambiental en el Imperial College, explica: «Necesitamos reducir la producción de plásticos y, al mismo tiempo, garantizar que cualquier alternativa no contribuya más al cambio climático. Los resultados de este estudio demuestran que eliminar, reducir, reutilizar o reciclar los envases de plástico puestos en el mercado es una parte importante del camino a seguir, y habrá que esperar a que se desarrolle una mejor opción si se quieren reemplazar por materiales alternativos».