Convierten bolsas de plástico en fertilizante orgánico con ayuda de bacterias y lombrices

En Orlando, Florida, un grupo de jóvenes emprendedores está revolucionando el reciclaje de plásticos con una innovadora solución biotecnológica que transforma bolsas de supermercado en fertilizante orgánico en solo tres a seis semanas.

La startup Wrigglebrew, fundada por graduados de la Universidad de Florida Central (UCF), ha recibido una subvención de 1.2 millones de dólares de la Fundación Nacional de Ciencias para escalar su tecnología y llevarla a granjas de todo el país.

Del garaje universitario a la economía circular

El investigador Gabriel Degaglia y su equipo desarrollaron un proceso único para que microbios especializados descompongan plásticos como el Poliestireno extruido y, ahora, las bolsas de uso común.

Este procedimiento conta de los siguientes cuatro puntos:

  1. Calentamiento y descomposición: Las bolsas se procesan hasta obtener subproductos sólidos o líquidos.
  2. Digestión microbiana: Estos materiales se introducen en biorreactores con bacterias que neutralizan los subproductos tóxicos.
  3. Alimento para lombrices: El residuo se convierte en una sustancia biodegradable tipo gelatina, perfecta para el consumo de miles de lombrices cultivadas en granjas urbanas.
  4. Fertilizante orgánico: El humus resultante es rico en nutrientes y apto para cultivos.

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Impacto y validación agrícola

Actualmente, las pruebas se realizan en el Campus Agrícola 4Roots, donde se cultivan frutas y verduras con resultados prometedores. “Hemos visto un notable crecimiento de hojas nuevas”, comenta la productora Evana Lutz, quien aplica la mezcla en casi todas sus plantas.

El director ejecutivo de Wrigglebrew, Sam Baker, asegura que esta innovación no solo reduce la contaminación por plásticos, sino que también cierra el ciclo de los residuos, convirtiéndolos en un insumo valioso para la agricultura.

Proyección a gran escala

Con la financiación obtenida, Wrigglebrew planea utilizar grandes almacenes para eliminar toneladas de plásticos de Florida Central cada año, posicionándose como un modelo de economía circular y reciclaje avanzado replicable en otras regiones.

“Pasamos de ser un par de jóvenes con una idea en un laboratorio a un negocio real que puede marcar la diferencia”, concluye Baker.

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