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Un bioplástico muy mexicano

Sandra Pascoe, profesora investigadora de la Universidad del Valle de Atemajac (Univa) en Guadalajara, trabaja en el desarrollo de un bioplástico amigable con la naturaleza, creado a partir de plantas suculentas.
Este bioplástico aprovecha las propiedades del nopal, una especie común y presente en las zonas desérticas de la región de Los Altos de Jalisco y en los límites con Zacatecas y San Luis Potosí.
Después de analizar otras plantas, se inició con el tratamiento de nopal, que también fue seleccionado debido a su simbolismo mexicano y a que es una planta que puede ser fácilmente producida, en caso de necesitarse como recurso para experimentación.
La investigadora señaló que, por ahora, se piensa en la elaboración de este plástico con fines más sencillos, por ejemplo para ser utilizado como envoltorio de productos, pues aún se trabaja en el desarrollo de prototipos con más resistencia y volumen.
Este bioplástico puede degradarse a la intemperie en tres meses, y si está en contacto con agua, el periodo se reduce a dos semanas. Además, no es tóxico para los animales, en caso de que el producto llegue a los mares.
 

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