El proyecto RepescaPlas, que comenzó en enero de 2018, completó su primera anualidad con un balance de más de 3 mil kilos de basuras marinas que se recuperaron de las aguas de los puertos de Marín y Vigo en Galicia, y de Gandía en Valencia.
Para el acopio de los materiales se empleó la metodología de la plataforma Marnoba. Esta se caracteriza por tipologías de casi 8 mil objetos que se pueden contabilizar y clasificar según categorías y tipos. Posteriormente, se desarrolló un estudio ecotoxicológico.
La segunda anualidad comenzó en febrero de 2019 y profundizará en dichos resultados para determinar si la toxicidad es por material, aditivo o por elementos que absorben en el medio marino.
Además, buscará una solución a la valorización de este tipo de residuos que actualmente resulta compleja en su tratamiento por la degradación que presentan.
De acuerdo con Sonia Albein, investigadora principal del proyecto en Aimplas, se trata de materiales muy heterogéneos, dado que, al ser resultado de una mala gestión, sus orígenes son diversos.
Al mostrar una degradación elevada, los polímeros pierden parte de sus propiedades físico-mecánicas de origen, por lo que, en ocasiones, la simple trituración de algunos de ellos resulta mucho más costosa si se compara con un residuo procedente del contenedor amarillo.
Como enfatiza la especialista, el uso en conjunto de estos materiales, con los terrestres bien gestionados, no es óptimo. La combinación derivaría en ineficiencia.
Por consiguiente, en esta segunda fase se contempla como punto principal el estudio de viabilidad para la realización de un pretratamiento en planta de selección, entre otras cuestiones.
El Proyecto RepescaPlas se desarrolla con la colaboración de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica, a través del Programa pleamar, cofinanciado por el FEMP.