Una memoria orgánica biodegradable promete reducir los residuos electrónicos

Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Corea (KIST), liderado por los doctores Sangho Cho y Yongho Joo, logró desarrollar una memoria orgánica biodegradable, llamada PLC-TEMPO, capaz de disolverse completamente en agua en apenas tres días.

Los investigadores del KIST diseñaron un polímero biodegradable que ofrece impresionantes capacidades de almacenamiento de datos, a la vez que conserva sus capacidades biodegradables. A diferencia de otros intentos anteriores de dispositivos electrónicos solubles, la memoria PLC-TEMPO no sacrifica el rendimiento por la sostenibilidad.

Un polímero diseñado para almacenar y desaparecer

La clave de esta tecnología radica en una estructura molecular diseñada a medida, llamada PCL-TEMPO, que fusiona dos propiedades aparentemente incompatibles. El equipo combinó TEMPO (una molécula capaz de almacenar información eléctrica) con policaprolactona (PCL), un polímero biodegradable que ya se utiliza en aplicaciones médicas.

Según el Dr. Sangho Cho, “este logro es tecnológicamente significativo, ya que representa el primer caso de integración de autodestrucción física en un dispositivo de memoria orgánica de alto rendimiento”.


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Rendimiento que compite con la electrónica convencional

Los dispositivos basados en PLC-TEMPO presentan métricas destacables como:

  • Capacidad para diferenciar entre estados de encendido y apagado durante más de un millón de ciclos

  • Retención estable de datos por más de 10,000 segundos

  • Sin degradación después de 250 ciclos de escritura y borrado

  • Funcionamiento intacto tras ser doblados hasta 3,000 veces

Biodegradabilidad controlada

Una de las características más destacables de la memoria PLC-TEMPO es su biodegradabilidad controlada. Los investigadores pueden ajustar el inicio de la degradación modulando el grosor y la composición de una capa protectora. Una vez activado este proceso, el dispositivo se descompone de manera natural en agua en aproximadamente 72 horas, sin dejar residuos tóxicos.

Además de ser biodegradables, estos dispositivos son transparentes, flexibles y biocompatibles, lo que los hace ideales para aplicaciones médicas como implantes o sensores temporales que se disuelven en el cuerpo, eliminando la necesidad de procedimientos quirúrgicos para retirarlos.

Una respuesta a la crisis por residuos electrónicos

Esta tecnología tiene potencial para transformar otras industrias. Podría aplicarse en sistemas de monitorización sanitaria desechables, dispositivos de seguridad o reconocimiento militar de un solo uso, y herramientas electrónicas que desaparezcan tras cumplir su función.

El desarrollo de estos dispositivos también responde a un problema ambiental urgente: la creciente crisis de los residuos electrónicos, uno de los flujos de desechos de más rápido crecimiento en el mundo. La mayoría de los métodos actuales de reciclaje solo recuperan una pequeña parte de los materiales y requieren procesos intensivos en energía.

Con esta memoria biodegradable, el equipo del KIST apuesta por una nueva generación de «dispositivos electrónicos transitorios inteligentes», capaces de autorrepararse o reaccionar a estímulos como la luz, acercando la tecnología a un modelo verdaderamente circular y responsable.

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