Desplome del petróleo
La caída de los precios del petróleo en 2020 presentó un marcado contraste con el impulso de la sostenibilidad. Bajo el peso del COVID-19, el crudo Brent de referencia cayó en abril de ese año de alrededor de 60.00, a menos de 20.00 dólares por barril, ya que la demanda, particularmente de combustible, colapsó con el confinamiento de la sociedad. En medio de noticias positivas sobre la vacuna, en noviembre, los precios se estabilizaron un poco, con un barril que ahora cuesta nuevamente cerca de los 80 dólares. Aun así, el año termina con un futuro incierto para la demanda de petróleo.
La compañía petrolera BP se convirtió, en septiembre, en el primer gigante de la industria en declarar el fin de la era de la demanda creciente de petróleo. En agosto de 2020, el presidente ejecutivo de BP, Bernard Looney, proyectó una inversión anual de 5 mil millones de euros en la construcción del negocio de energías renovables de la compañía, al tiempo que reducía la producción de petróleo y gas en un 40% en los próximos 10 años. La nueva estrategia también prevé reducir las emisiones netas operativas de dióxido de carbono del grupo a cero, a más tardar en 2050.
Por supuesto que los jugadores importantes en la industria petrolera respondieron con escepticismo, indicando que el pronóstico de BP está destinado, en parte, a ayudar a justificar su propia estrategia de acelerar sus reducciones de emisiones. En este sentido, la opinión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es que la demanda de petróleo continuará expandiéndose hasta 2040.
De cualquier manera, el mercado del petróleo es otra fuente de incertidumbre para la industria química que deberá ser observada de cerca. La cruda verdad para quienes están en contra de los plásticos es que su producción sigue creciendo y que se lleva a cabo en plantas petroquímicas cada vez más modernas que buscan disminuir sus emisiones de CO2. De hecho, los expertos estiman que entre el 70 y el 80% de la nueva capacidad de refinación en los próximos cinco años en China y países de Asia-Pacífico, se centrará en los plásticos.

Hoy en día, podríamos pensar que el COVID-19 y los múltiples debates sobre el cambio climático jamás hubieran tenido lugar: Las emisiones provocadas por las centrales eléctricas de carbón están creciendo en todo el mundo y vuelven a alcanzar niveles pre-pandémicos, especialmente en China. Esto ocurre en medio de una crisis mundial de energía. El aumento de los precios del petróleo y del gas, la llegada del invierno en el hemisferio norte y la elevada demanda energética de las economías en recuperación, han hecho que el requerimiento de combustibles fósiles esté aumentando luego de un largo período de declive.
La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, COP26, celebrada en Glasgow, ha reforzado esta tendencia. En lugar de sellar el adiós al carbón, la conferencia se limitó a acordar una reducción gradual de la producción de energía con combustibles fósiles. Al comienzo de la COP26, Alok Sharma, presidente de la cumbre climática en Reino Unido, abrigaba esperanzas de que la comunidad mundial pudiera sellar la eliminación de carbón para limitar el calentamiento global a unos 1.5°C, pero no se logró debido a que tanto India como China al final impidieron la firma del término de eliminación gradual de su uso como fuente de energía.
Si bien la transición de los autos movidos con combustibles fósiles a los eléctricos va a disminuir de manera gradual la demanda del petróleo, los derivados de este recurso son estratégicos para el armado de los vehículos mismos, ya que, en el mundo, no existe un material aún que ofrezca la resistencia, ligereza y seguridad, entre otros atributos, que los que brindan los plásticos al sector automotriz; de ahí que la industria petrolera vea en la del plástico oportunidades de crecimiento a gran escala.

Alianzas y Fusiones
El año 2020 no fue idóneo para las megafusiones, sin embargo, hubo algunas notables excepciones. BP vendió sus negocios petroquímicos independientes a Ineos, como parte de una reorganización destinada a enfrentar el desafío de transición a una energía más limpia; Evonik compró al Grupo Porocel, para acelerar el crecimiento en su negocio de catalizadores, y Covestro acordó adquirir el negocio de resinas y materiales funcionales de Royal DSM. En contraste, durante el año 2021, se observó un auge de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés), impulsado por oportunidades de financiamiento baratos.
Algunas de las demandas sobre los recursos de las empresas químicas provienen de la necesidad de invertir en tecnología verde. Por ejemplo, compañías como BASF, Johnson Matthey y Umicore están compitiendo para convertirse en productores de materiales de baterías de automóviles eléctricos. Igualmente, algunos bancos, también ven la presión ambiental como una fuerza emergente en las ventas o separaciones de negocios intensivos en emisiones de CO2 o vinculados al petróleo, aunque esa puede no ser dada como la razón explícita de la compañía.
El grupo francés Arkema, vendió en mayo pasado su negocio de Acrílico (PMMA), que depende del petróleo, a Trinseo. Una excepción notable es Ineos, que ha estado comprando activos de combustibles fósiles, impulsado más por los esfuerzos de reorientar las carteras hacia sectores de mayor valor y que tienden a ser más resistentes a los ciclos de las materias primas, o a los baches en la economía global, y no sólo por la presión para reducir su huella de carbono.

«Tenemos un período en el que, tanto los compradores financieros como los estratégicos, están dispuestos a adquirir. Nunca hay suficiente oferta«, explicó Leland Harrs, del banco de inversión estadounidense Houlihan Lokey. Eso ha empujado las valoraciones a ser dolorosamente altas, y en ninguna parte más que en Asia, donde se han completado la mitad de los acuerdos de fusiones y adquisiciones en los últimos seis años, según muestran los datos de Young & Partners. La fusión de Sinochem Group y ChemChina representa la consolidación radical que tiene lugar en China, con ventas de 152 mil millones de dólares.
Las fusiones y adquisiciones, no obstante, serán insuficientes para impulsar el crecimiento sostenible del sector. La captura del valor de las transacciones de M&A puede tener, sin duda, un efecto refrescante, pero será necesario realizar investigaciones y desarrollos adicionales para garantizar la verdadera sostenibilidad económica.
Las inversiones adicionales en investigación y desarrollo también podrían ayudar a las empresas petroquímicas a recuperar su condición de líderes en innovación y a brindar mejores soluciones para los desafíos que se muestran en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Plásticos, rumbo a una recuperación verde
En torno a la recuperación económica, la pandemia consolidó la necesidad del sector de estar firmemente integrado en la agenda del Pacto Verde global con el afán de que se logre una transformación industrial más sostenible y que contribuya en el tiempo a una economía resiliente.
Esto refleja el papel de imagen especular que la sostenibilidad ha desempeñado en la crisis este año. El Pacto Verde exige que las empresas salgan de la pandemia de forma sostenible.
La pandemia ha llevado a las empresas y los gobiernos a acelerar los movimientos hacia tecnologías más sostenibles, incluido el hidrógeno para la movilidad futura, lo cual también impulsará el desarrollo de nuevos compuestos plásticos.
Una de las maneras de lograr la reducción de emisiones de carbono involucra acciones de distintos tipos, sin embargo, no existe actividad humana que no emita CO2 al medio ambiente y, por tanto, muchas empresas optan por llegar a la neutralidad climática mediante compensación, lo cual, desde mi punto de vista es una meta moderna de indulgencia; la empresa limpia su conciencia, el consumidor también y, de paso, el departamento de marketing tiene historias maravillosas que contar.

La buena noticia es que la tecnología avanza y es importante estar al día para llevar a cabo acciones que minimicen las emisiones mediante la automatización, la mejora en diseños y los análisis efectivos del ciclo de vida de los productos, donde, si se llevan a cabo correctamente, en la mayoría de los casos favorecen a los plásticos sobre otros materiales.
De acuerdo con datos de PlasticEurope, la producción mundial de plásticos en el año 2020 fue de 367 millones de toneladas (Mton), un millón menos que en 2019, donde se registró un volumen de 368 Mton, y un valor de 580 mil millones de dólares americanos (MMUSD), lo que representó una caída del 0.3% en volumen, el cual se vio afectado principalmente por el paro obligado a las empresas de los mercados automotriz y de consumo no indispensable.
En China, a pesar de los impactos sanitarios, sociales, económicos y financieros de la pandemia, la producción de plásticos aumentó el 1%. En América del Norte se mantuvo estable conservando su participación del 19% de la producción mundial. Sin embargo, en Europa la producción se desplomó en más del 5%, pasando de 58 a 55 Mton.
Según el índice de producción de Eurostat, la demanda europea de convertidores de plástico fue de alrededor de 48 Mton, con una disminución cercana al 5% en comparación con 2019, la más baja desde 2014, dijo PlasticsEurope en un comunicado, explicando que dicha caída se debió a la disminución de la producción en envases y partes automotrices.
La cantidad de plástico utilizado en el sector de envase y embalaje disminuyó un 2.5% y, aunque los envases de consumo se mantuvieron estables a lo largo del año pasado, los envases industriales registraron un fuerte descenso debido a una caída en la producción de bienes industriales y comerciales.
Según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos de Motor (OICA), muchas compañías automotrices detuvieron su producción durante varias semanas, lo que llevó a una disminución en la demanda de plástico. Las cifras de producción en el sector automotriz europeo disminuyeron en más del 23% en 2020 en comparación con 2019.

Lo anterior demuestra que el centro de gravedad de producción de plásticos se está moviendo claramente hacia el este, debido a que China es el país que genera la mayor parte de las ventas de resinas plásticas, además de consolidar iniciativas masivas de infraestructura y fabricación.
La pandemia de COVID-19 ha creado serios desafíos, pero también una oportunidad significativa en la Industria del Plástico, como materiales esenciales para fabricar guantes protectores, máscaras, batas, protectores faciales, bombas de ventiladores, válvulas, botellas, dispositivos impresos en 3D, jeringas y tubos.
Los organismos reguladores facilitaron las pautas para la producción acelerada. Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos permitió temporalmente a los fabricantes de desinfectantes obtener productos que no se verificaran previamente por la agencia.
Pese a la posición de China, el principal proveedor y cliente de México, en materia de resinas y plásticos transformados, sigue siendo Estados Unidos.