En una manifestación violenta, los trajes antimotines deben soportar el embate de las bombas molotov. En un incendio, el uniforme debe proteger al rescatista de las flamas. Por su parte, las carcasas de los cargadores de balas deben ser lo suficientemente rígidas para no agrietarse o deformarse durante su uso.
En estos casos, el material debe tener resistencia térmica que proteja al usuario del calor pero también al armamento; evitar que altas temperaturas lleguen a las balas impedirá que alcancen algún punto de ignición.
La propuesta del Ciqa
Desde hace 10 años, el Ciqa se vincula con la Secretaría de la Defensa Nacional. Esta convivencia fue de valor para la Dra. Adriana Espinoza Martínez, egresada de la maestría, quien, al incorporarse como investigadora de la institución, promovió foros y visitas con elementos de alto mando de la Fábrica de Vestuario y Equipo (Fave) y del Centro de Investigación y Desarrollo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Cidefam).
De acuerdo con la doctora, “los materiales retardantes a la flama son compuestos o aditivos que incrementan la resistencia a la ignición”, es decir, retardan o inhiben la velocidad de combustión de los materiales. Por lo cual, “se utilizan aditivos halogenados o a base de fósforo, entre otros, con el propósito de retardar la degradación de los materiales cuando son expuestos al fuego”.
Desde hace ocho años, Adriana Espinoza trabaja, particularmente, con el hidróxido de magnesio y de aluminio. “El inconveniente de dichos elementos devienen en las concentraciones que se les debe agregar a los plásticos, que van desde el 10 hasta el 50% del peso final, hecho que los convierte en materiales bastante rígidos”.
Sin embargo, su trabajo, en conjunto con el grupo de investigación de materiales antiflama del departamento de Procesos de Transformación, Dr. Saúl Sánchez, Dr. Eduardo Ramírez y Dr. Luis F. Ramos, permitió desarrollar algunas combinaciones que, pese a los inconvenientes, mejoran el comportamiento térmico, mecánico y antiflama.
Los materiales que el equipo desarrolló en laboratorio se utilizan en el mercado para el aislamiento de cables o en carcasas de secadores de cabello. Actualmente, su aplicación se prueba en las necesidades de la defensa nacional.
Estas son las características que se buscan en los aditivos: que reduzcan la inflamabilidad de acuerdo a la normatividad requerida, que sean térmicamente estables a las temperaturas a las que se procesan los plásticos en la industria y que se presente afinidad con los plásticos a los que se van a incorporar. Asimismo, que mantengan o mejoren las características de los plásticos finales, que no sean tóxicos y de bajo costo.
A decir de la especialista, “un aspecto primordial del esquema sustentable bajo el cual opera el Ciqa, es que estos aditivos y combinaciones sean amigables con el medio ambiente. Que no se generen sustancias secundarias cuando se procese o deseche el material”.