LEGO busca rearmarse

En el futuro, el concepto clave para toda empresa que quiera crecer, adaptarse y sobrevivir será la “economía circular”, y la compañía danesa LEGO se propuso como meta para el año 2030 producir una versión más sostenible de sus populares bloques de construcción.
Ese futuro ya no es tan distante, es una década, un horizonte que exigirá decisiones drásticas. Para la firma, material sostenible es aquello “con una huella de carbono menor a la del elemento al que sustituye. Su visión incluye desde la disminución del uso de fuentes fósiles, hasta el cambio climático y los derechos humanos”.
En una nota publicada en TICbeat se proclama que “vivimos en un momento en el que los consumidores están cada vez más preocupados por el impacto de los desechos plásticos sobre la naturaleza (y, en el caso de los microplásticos, sobre nuestra propia salud)”.
De hecho, las empresas buscan amarrar un ciclo sostenible, amigable con sus consumidores, su entorno y dejar una huella mínima o nula en el ambiente, “y las grandes marcas reaccionan de acuerdo a ello”; la siempre señalada Coca-Cola propone reciclar, también, para 2030, el equivalente a todas las botellas y latas que fabrique cada año.
LEGO intenta ahora mismo, en 2019, hacer sus bloques de construcción de plásticos con base vegetal, y no deja de ensayarlos. “La empresa que comenzó comercializando juguetes de madera en los años 30 y que actualmente produce más de 100 millones de pequeñas piezas de plástico cada día (y alrededor de un millón de toneladas de CO2), no piensa quedarse atrás”.

Intento a contracorriente

Como la espada de Damocles, la conciencia medioambiental pesa y pende sobre nuestras cabezas: la compañía pretende llegar al año 2030 dependiendo lo menos posible de los hidrocarburos, y fabricar todos sus productos a partir de materiales de origen vegetal o, de plano, de reciclados.
Por lo pronto, intenta reformular en sus laboratorios en Billund uno de sus artículos más populares: los famosos bloques de construcción de plástico, y aunque el año pasado la compañía despidió a 1,400 empleados para reaccionar a su primera caída de beneficios en la última década, contrató hace un año a un equipo, de más de cien integrantes, dedicado exclusivamente a buscar y probar nuevas materias primas y procesos de fabricación sostenibles.
Según Nelleke van der Puil, vicepresidente de materiales de LEGO, ya intentaron con más de 200 alternativas. 
Hay que reconocer su esfuerzo por adelantarse y procurar llegar a esta meta en 11 años, pero tecnológicamente hay innumerables problemas técnicos. El primero, que la manufactura de bioplásticos no alcanza ni el 1% del total de 350 millones de toneladas de plásticos producidos al día.
Aún así, la firma danesa desarrolló un bioplástico de origen vegetal con el que poco a poco irá sustituyendo el material con el que hasta ahora fabrica sus famosos bloques. Además, para subrayar el cambio, lanzó un guiño al destinar la nueva solución, que tiene como base la caña de azúcar, a los elementos botánicos, como hojas, arbustos o árboles.
Con esto, ese universo que ofrece para que cada quien arme “su propio mundo a través del juego y la inventiva” será, en adelante, más acorde a los principios de sostenibilidad ambiental.
La producción comenzó en 2018 y las primeras piezas de bioplástico inundaron las tiendas el año pasado, así que ya están presentes en jugueterías y establecimientos de la marca.
Tim Brooks, vicepresidente de responsabilidad ambiental de LEGO, reportó en un comunicado que “…este es un gran primer paso en nuestro ambicioso compromiso de hacer que todos los bloques utilicen materiales sostenibles”.
De acuerdo con el Grupo, los nuevos elementos botánicos del juguete de Polietileno de origen vegetal, ofrecen “un plástico suave, duradero y flexible que es técnicamente idéntico al plástico convencional”, por lo que “ni los niños ni los padres notarán diferencia alguna en calidad o apariencia”.
Este Polietileno, insisten, está hecho de etanol producido a partir de caña de azúcar, la cual es obtenida de forma responsable de proveedores “que deben cumplir con estrictos requisitos éticos, medioambientales, de salud y de seguridad”.

La seguridad, primero

La compañía, para validar la responsabilidad ambiental, se unió con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), y se plegó a la iniciativa Alianza de Materias Primas Bioplásticas (BFA).

Alix Grabowski, de WWF, destacó que “…es esencial que las empresas de cada industria encuentren formas de obtener de manera responsable los materiales de sus productos y ayuden a garantizar un futuro en el que prosperen las personas, la naturaleza y la economía”.

La decisión de buscar plásticos de origen biológico de fuentes sostenibles representa, según la WWF, “una oportunidad increíble para reducir la dependencia de los recursos finitos, y su trabajo con la Alianza de Materias Primas Bioplásticas les permitirá conectarse con otras compañías para pensar creativamente sobre la sostenibilidad”.
Sin embargo, no se han mencionado aún las posibilidades de reciclaje. En este sentido, el diario The Guardian refiere que si bien como bioplásticos los bloques podrán reciclarse varias veces, no es probable que sean 100% biodegradables.
Ante esta duda, la firma realiza pruebas sobre sus nuevas piezas para garantizar que cumplen los estándares de calidad y seguridad, además de que estarán certificados por el Bonsucro Chain of Custody. 

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