Sam Golden y Leonard Bocour son los padres de los acrílicos. Comenzaron produciendo colores molidos a mano para artistas en Manhattan precisamente cuando la Escuela de Pintores de Nueva York estaba cobrando vida y dictando las tendencias del arte.
Simultánea a la aparición de esta técnica artística, en el primer tercio del siglo pasado, se dio en México el famoso muralismo, la escuela mexicana de pintura; quitándose de los hombros el polvo de la revolución, un puñado de pintores, entre ellos Diego Rivera, recibieron la encomienda de pintar las hazañas obreras y campesinas en los muros de los edificios públicos. Las superficies de los enormes murales se iban a exponer a la intemperie y por lo tanto precisaban de un material capaz de resistir cualquier inclemencia. Obviamente, el óleo no cumplía con esos requisitos; necesitaban una pintura de secado rápido y además que resistiera por años estar al aire libre; lo que buscaban existía ya, solo que era usado de manera industrial y no de forma artística. Había que conjugarlo agregándole pigmentos.
En efecto, los acrílicos, cuando emplean los mismos pigmentos que el óleo o la acuarela, pero diluidos en un aglutinante conformado por una resina sintética, hecha a partir de ácido acrílico, da como resultado una pintura soluble en agua de secado rápido y acabado mate. El material permite técnicas como la aguada o veladura, el trapeado, el marmoleado, el esponjado, el estarcido y muchos trucos y aplicaciones más efectistas y novedosas. En la Ciudad de México apareció, en 1945, otro estudio sobre acrílicos desarrollado por el Instituto Politécnico Nacional; ahí, los artistas consagrados y los estudiantes trabajaban con acrílicos y en varias paredes del Instituto se pintaron varios murales.
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En busca de los colores ideales
De hecho, la investigación de colores de aplicación artística se aceleró con los fabricantes, que competían frenéticamente. Lo cierto es que, con ciertas variaciones, aprovecharon los mismos pigmentos de siempre; lo único nuevo fue el uso de medios polimerizados para aglutinarlos. Pero esto era sólo el comienzo.
Como dato curioso, se dice que el primer pintor que utilizó la pintura acrílica fue el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Gracias a los cursos que impartió en Nueva York, algunos de los pintores posteriormente llamados “expresionistas abstractos” aprovecharon los recursos de esta novedosa técnica y exploraron las distintas formas de aplicarla.
A mediados de los años 30, el taller de Siqueiros en Nueva York continuó experimentando con nuevas fórmulas, siempre bajo una estrecha colaboración entre artistas y fabricantes. Se realizaron en el camino a ello muchas pinturas y murales interesantes, entre ellos algunos para el proyecto WPA (Works Progress Administration).
Como se recuerda, los famosos drippings y el action painting de Jackson Pollock se produjeron, de acuerdo con las investigaciones de la especialista Irene Herner, a partir de la técnica del muralista mexicano; se dice que Pollock los aprendió de él, a partir de una técnica a la que Siqueiros llamaba «el accidente controlado».