Después de un año repleto de desafíos e incertidumbres, ¿dónde se encuentra el sector de la construcción y a qué dirección se encamina? Para averiguar el alcance de estas preguntas, Expo CIHAC desarrolló un informe gratuito de 25 páginas, titulado: ‘Panorama del sector de la construcción en México’. El reporte proporciona información en los siguientes temas: Actividad de la industria de la Construcción 2018 – 2020; Reactivación de la industria: Desafíos, tendencias y sectores en vanguardia; Cambios en la industria y nuevas tecnologías; Sostenibilidad y regulaciones de eficiencia; Sectores más afectados por COVID-19 y Panorama en el mediano plazo.
Como indica el reporte, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la industria de la Construcción aporta alrededor del 8% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo que la convierte en una de las más relevantes para la economía mexicana. De forma adicional, y según información de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), el sector genera más de seis millones de empleos al año en todo el país, entre permanentes y eventuales.
Pese a su importancia para la economía nacional, en el informe se puede constatar que la industria de la Construcción ha entrado en una racha crítica de 22 meses consecutivos con caídas en su valor a tasa anual. “Desde agosto de 2018, como resultado de la desaceleración de la economía, primero, luego ante decisiones de políticas públicas de la actual administración que no han sido beneficiosas para las empresas del ramo y, posteriormente, por el golpe que ha significado la crisis del COVID-19, la actividad en el sector se mantiene en números rojos”.
Reactivación de la industria
Uno de los desafíos más importantes para el sector es garantizar la seguridad de sus trabajadores. Para atender esta necesidad, las constructoras tuvieron que acatar, como otras industrias, una serie de lineamientos y protocolos, como invertir en la compra de productos para la limpieza y en desinfectar espacios comunes, entre otros.
La CMIC, como cabeza de sector, presentó a finales de mayo el Protocolo de Regreso Seguro a las Obras de Construcción, revisado y aprobado por las autoridades sanitarias del país conforme a los lineamientos técnicos específicos para la reapertura de las Actividades Económicas, publicados el 29 de mayo en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Los siete pasos para establecer la seguridad sanitaria en las obras son: Planeación, Definir las medidas de promoción de la salud, Seleccionar medidas de protección de la salud, Información y capacitación, Políticas temporales, Asesoría y acompañamiento y Complementar el documento de autoevaluación de seguridad sanitaria.
Según muestra el reporte, otro de los factores que se acelerarán en la industria y que impulsarán su recuperación es el uso de la tecnología. “De acuerdo con el Índice de Digitalización Industrial de McKinsey & Company, el nivel de digitalización de las empresas constructoras a nivel global está apenas por arriba del sector agropecuario, por debajo de instancias de gobierno y muy lejos de sectores como el energético o el de medios de comunicación”.
Sustentabilidad
El documento tiene un apartado sobre regulaciones donde describe las ocho estrategias que propone el WRI (World Resources Institute) para lograr una eficiencia energética en la construcción de edificios:
- Implementar normas de construcción que garanticen un nivel mínimo de eficiencia energética. Deben cubrir diseño, construcción y rehabilitación, con el objetivo de promover el ahorro energético a largo plazo.
- Establecer objetivos claros y obligatorios para la reducción de energía en todas las edificaciones públicas y administrativas, con referencias de aplicación para todas las demás construcciones e infraestructuras.
- Establecer programas de certificación energética, auditorías y requisitos de divulgación para mejorar el uso inteligente de la energía en construcciones.
- Incentivos fiscales para promover los diferentes programas de ahorro energético sobre las edificaciones.
- Políticas energéticas que fomenten una mayor aceptación y demanda de soluciones energéticamente eficientes.
- Estrategias de participación, como certámenes y premios para la regeneración de espacios.
- Programas educativos para desarrollar habilidades necesarias en el ahorro de energía y fomentar los beneficios de las nuevas tecnologías en la construcción eficiente.
- Datos públicos sobre el uso de la energía, para facilitar el acceso a la información y toma de decisiones inteligentes.