En la antigüedad, los griegos iban a Delfos, un santuario para las personas que querían adivinar el futuro. Pitia (y de ahí pitonisa), era una sacerdotisa purificada y con dotes especiales para ejercer como médium. Ella se encargaba de transmitir la información proveniente del oráculo, pero sin interpretarla, y en forma de acertijos. Las profecías del oráculo de Delfos, como se puede apreciar en los dramas y tragedias de sus grandes escritores, tenían un papel fundamental en el mundo helénico donde era imprescindible, tanto para comenzar una empresa comercial o fundar un desarrollo inmobiliario, o bien, iniciar una guerra.
Algo así es Davos, donde tiene lugar, año tras año, y a finales del primer mes, el cada vez más influyente Foro Económico Mundial. Como se sabe, desde 1971, esta convocatoria tiene como objetivo «mejorar el estado del mundo«. En efecto, en ese pueblo alpino, el mundo se toma el pulso, la presión arterial y la temperatura, frente a paisajes que han cambiado poco desde que, a comienzos del siglo pasado, el escritor Thomas Mann concibiera su libro La montaña mágica.
El Foro de Davos atrae por lo regular a unas 3,000 personas. Más o menos un tercio de ellas provienen del sector de los negocios. De hecho, para figurar en los debates, uno debe ser invitado, y, si no, pagar una buena suma de dólares. Al evento asisten líderes mundiales, personajes clave de ONU o de la Unión Europea y los CEOs de algunas megaempresas como Coca-Cola, Goldman Sachs e IBM.
En ese espacio no sólo se presentan proyectos de gran calado, sino que se promueven soluciones prácticas, como la de un invento holandés para atrapar la basura plástica en los ríos. Muchos aprovechan el evento como una oportunidad para hacer negocios o para celebrar reuniones privadas y alentar la inversión en sus respectivos países. Las figuras de alto perfil aprovechan el encuentro para influir en la agenda global, como ocurrió con las advertencias sobre el medio ambiente del naturalista y conductor de documentales de la vida salvaje David Attenborough.
Lo bueno es que en ese Foro caben todas las tendencias y todas las opiniones, como en esta última ocasión, en la que Juan Guaidó (para unos el virtual presidente de Venezuela), reveló “la tragedia humanitaria” que vive su país, y aseveró que “ser venezolano es ser sobreviviente”. A ese mismo encuentro acudió Donald Trump, el presidente de EU para decirle al mundo que él no cree en la crisis ambiental, por lo menos no tanto como la activista por el clima, la adolescente Greta Thunberg. Trump pidió no prestar oídos a los “permanentes profetas de la fatalidad«:
«Quieren que nos vaya mal, pero no dejaremos que eso suceda. Predijeron una crisis de superpoblación para los años 60, hambrunas masivas en los años 70, y el fin del petróleo en la década de los 90. Estos alarmistas siempre exigen lo mismo: poder absoluto para dominar, transformar y controlar cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Nunca dejaremos que los socialistas radicales destruyan nuestra economía, arruinen nuestro país y acaben con nuestra libertad«.
En sentido inverso, Angela Merkel, la canciller alemana, expresó que luchar contra el calentamiento global era una “cuestión de supervivencia”, y lamentó los cortos resultados que se han tenido a pesar de los esfuerzos y acuerdos firmados entre naciones.
LA CRISIS ECONÓMICA QUE YA NO FUE
En el frente de la economía, los dos focos rojos que no dejaban dormir ahora cambiaron a color ámbar. “De un lado, la guerra comercial entre Estados Unidos y China se desactivó parcialmente, tras la tregua firmada a mediados de enero”, del otro, “la manera en que tendrá lugar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, aunque le faltan detalles, empieza a esclarecerse”. Por lo pronto, el brexit ya no causa insomnio. Los líderes mundiales, después de capotear el susto de una recesión en 2019, confían en que la economía global ya está con las ruedas sobre los rieles y pronosticó que crecería 3.3% este año, de acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional (comparado con 2.9% en 2019).
“El escenario probable es que la economía avance este año”, anticipó David Solomon, director de Goldman Sachs; y aunque la mayoría compartía esa opinión, algunos banqueros creen que aún hay cancha para relajar la política monetaria, “pero no mucho”, y sugirieron a los gobiernos hacer más para apoyar la demanda. La búlgara Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, subrayó que si bien los riesgos se han atenuado, tendrán que darse “más acciones que vayan más allá de la política monetaria para impulsar el crecimiento”.
Por otro lado, la famosa Encuesta Anual Global CEO 2020, de la consultora PwC, que se sirve como primer plato y como una radiografía del ánimo de los líderes empresariales con el que se presentan al Foro Económico Mundial de Davos 2020, no consideró a México dentro del top 10 de los países más atractivos para el crecimiento general de las organizaciones. Apenas el año pasado se ubicaba en la posición número nueve entre los mejores mercados para los inversionistas globales. Según explican, “…esta es la segunda ocasión en que México queda fuera del ranking de inversión mundial, ya que en la versión del 2018 tampoco logró colocarse entre los 10 más importantes, y este 2020 fue desplazado por Brasil, que se quedó con el noveno lugar que ocupaba el mercado mexicano en 2019”.
Para esta edición, los CEO creen que el mercado más atractivo para el crecimiento de sus empresas “Estados Unidos, con el 30% de las preferencias, China en el segundo, con 29%. Alemania, en seguida, con el 13%, India, Reino Unido y Australia, con el 9% cada uno; Japón y Francia, con el 6% cada uno; Brasil, con el 5% y, por último, Canadá, con 4%”.
La encuesta, titulada: “Navegando en la creciente ola de la incertidumbre”, identifica los principales desafíos para América Latina, África y Medio Este, el populismo, la incertidumbre política y geopolítica, respectivamente. Los CEO entrevistados se mostraron preocupados por el populismo (68% lo reconoció como una amenaza potencial para las perspectivas de crecimiento de su organización y, de paso, mencionaron la incertidumbre económica y política, con el 61 y 52%, respectivamente).
En otro punto, no pasó de largo la emergencia epidemiológica del coronavirus, proveniente de la ciudad china de Wuhan. De hecho, la eventual irrupción de una pandemia se convirtió en motivo de inquietud pero en este caso, se dijo, “hay un gran nivel de cooperación en la comunidad científica, dispuesta a trabajar hombro a hombro en contener la emergencia”.
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