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El transformador de sueños: Ingeniero Rafael Blanco Vargas (1948-2021)

Un entusiasta de los plásticos y de la enseñanza

En la comunidad se le reconocía como irremplazable, por su conocimiento acumulado, que disfrutaba mucho de permearlo en todos los niveles y medios a su alcance (incluida la radio y los medios digitales). Y se le extraña más ahora, en tiempos de incertidumbre, cuando la incomprensión de las autoridades prevalece, tanto por las discutibles prohibiciones de los plásticos de un solo uso, como por el COVID-19, una pandemia que, luego de un año, acabó por replantearlo todo, desde la forma de capacitar y de trabajar, hasta la forma de vender y de distribuir.

El Ingeniero Blanco, siempre inquieto, lideraba ya la formación de cuadros emergentes para esta industria y encabezaba la defensa de los materiales plásticos y el aprovechamiento de la economía circular. Además, proporcionaba acceso al universo del plástico mediante la publicación de libros, artículos y la Enciclopedia del Plástico Siglo XXI (es decir, la tercera versión de la Enciclopedia). Aparte de sus propuestas editoriales, participó en numerosos foros del sector, con datos y estadísticas propias. De hecho, participó muy de la mano con Mónica Conde en la concepción de la publicación que tiene usted ante sus ojos, la revista Ambiente Plástico.

Los alcances de una vida muy movida

Puede decirse que Rafael Blanco Vargas fue un pionero, un visionario y un generador de ideas avasallador, además de ser un actor importante en la transformación y progreso de la Industria del Plástico, donde incursionó de manera activa para promover el desarrollo del sector en instituciones empresariales como la Canacintra.

El transformador de sueños: Ingeniero Rafael Blanco VargasEn esa vertiente, fue vicepresidente nacional de los industriales de la Química en el Consejo Químico de Canacintra, presidente Nacional de los Industriales de Plástico en Canacintra y vicepresidente nacional de los Industriales de la Química en el Consejo Químico de Canacintra. En 1979 fue reconocido como Industrial del Año en la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, y en 1982 fue nominado como Ejecutivo del Año por la revista Mundo Ejecutivo.

Rafael Blanco, para dar mayor consistencia a sus sueños y propósitos, obtuvo un diplomado en promoción de negocios en Escuela de Graduados en Alta Dirección de Empresas y también un programa A D – 2 en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa – IPADE. Fue un profesional fuera de serie y sumamente creativo. Tan es así que muchos empresarios lo citan como fuente de inspiración para la creación de sus negocios. Su elocuencia y facilidad de palabra, sin recurrir a la exageración, despertaban interés, sobre todo por sus recomendaciones.


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Hay que subrayar, además, que poseía un conocimiento del marketing bastante avanzado, porque siempre buscaba dar más, hasta la entera satisfacción de los clientes. El desfile continuo de cientos de personas que pasaron por las aulas del Instituto es prueba de ello.

 

Una historia para recircularla

Cuando comenzó su trayectoria, era poco lo que se sabía de plásticos. El proyecto del IMPI se gestó durante los primeros años de la vida profesional de Rafael Blanco Vargas, quien se inició en el camino de la enseñanza, como profesor de secundaria, vocacional y del H. Colegio Militar.

Más tarde, ya como ingeniero químico (se tituló como Ingeniero Químico Industrial, egresado de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas del Instituto Politécnico Nacional), fue empleado en la fábrica de pólvora, cartuchos y TNT de la industria Militar, y después, en 1970, en el grupo Cydsa, donde fue contratado primero como vendedor de resina de PVC. Ahí se convirtió en Gerente de Ventas; y poco después, en Gerente Comercial de la fábrica de películas y laminaciones, Celloprint.El transformador de sueños: Ingeniero Rafael Blanco Vargas

En Celanese Mexicana, S.A., ocupó el puesto de Director Comercial y Mercadotecnia de la naciente División de Plásticos, plaza que dejó más tarde como Director de Proyectos y Nuevos Negocios, para salir y fundar el IMPI.

Al llevar a cabo sus actividades comerciales pudo verificar que la Industria del Plástico en México estaba en pañales y que apenas contaba con información formal para crecer y abrirse camino a nivel mundial, y en ese tiempo detectó 10 debilidades en la industria:

1) Mala imagen del plástico, 2) Materia prima insuficiente, 3) Equipos obsoletos, 4) Falta de innovación, 5) Capacitación esporádica, 6) Sin desarrollo, 7) Ventas empíricas, 8) Falta de bibliografía, 9) Estadísticas cruzadas y 10) Mercado creciente.

De hecho, según sus apuntes, lo único que él conocía del sector se reducía a unos cuantos temas básicos como PVC, Poliamidas, Acetales y Plastificantes; productos con lo que se había involucrado a lo largo de su actividad como ejecutivo de importantes firmas.

Con el objetivo principal de satisfacer la necesidad de capacitación e información actualizada a la industria, sumó su talento al de José Luis Ortegón, Salvador Puente, Bernardo Hernández, Flavio Lagos, Ana María Rentería y Gilda Núñez, y fundaron, el 23 de agosto del 1984, el IMPI, que abrió sus puertas a un primer grupo de 15 asistentes:

“El seminario lo promovimos mediante anuncios de periódico, y el primero en inscribirse fue Ian Alsop, que en ese entonces trabajaba para la firma de electrodomésticos Phillips”, recordó en una entrevista para Ambiente Plástico, para conmemorar los 30 años del IMPI.

Rafael Blanco, sentía gran orgullo de ese primer paso, porque ahora muchos de los asistentes a esos cursos se convirtieron en expertos reconocidos y muchos más abrieron nuevos negocios.

Rafael Blanco consideraba que “la perseverancia es una de las cosas que más buenos resultados me dieron”, y admitía que “…con frecuencia he sido muy insistente a la hora de conseguir los recursos humanos y económicos para hacer realidad mis sueños, pero lo que más disfruto es cada una de las etapas del proceso para llevarlos a cabo, inclusive sobre los resultados, los cuales, muchas veces, tardan años en llegar”. Su espíritu emprendedor lo llevó a crear varias empresas en diversos sectores: Fabricó laca para cabello, cremas cosméticas, instaló una planta de galvanizado de piezas metálicas y dirigió, no podía faltar, una planta de transformación de plásticos.

De sueño en sueño y de realización en realización

Con los años, en 1994, en el IMPI germinó la idea del Centro Empresarial del Plástico S.A. de C.V. (CEP), sembrada con el afán de ampliar su espectro de servicio: “…sabía que el país tenía una necesidad real de un Centro donde se difundiera el acontecer de la industria día a día”, comentaba entonces Rafael Blanco. Ahí nació, con la misión de formar, capacitar, informar y promover el desarrollo de la Industria del Plástico y, al mismo tiempo, mejorar e impulsar la imagen del plástico y elevar el nivel de competitividad del sector.

Rafael BlancoUn año más tarde, el Instituto ya contaba con 30 conferencistas externos, siendo el decano Armando Reyes, de DuPont. Muy pronto el equipo de profesionales que lo conformaba fue ganando el reconocimiento del sector. La institución apostó por formar a jóvenes recién egresados, como Mónica Conde, quien inició como académica, promotora y llegó, inclusive, a ser Directora General del IMPI. De hecho, ella fue la impulsora de la revista Ambiente Plástico.

Cabe señalar que el CEP es reconocido dentro del sector industrial como empresa pionera en la enseñanza de plásticos, la promoción y la difusión de información especializada para el mercado nacional de estos materiales. Desde entonces, la empresa no dejó de invertir e innovar en las técnicas de enseñanza, inclusive con maquinaria de alta tecnología para impartir cursos prácticos sobre procesos.

La situación que imperaba orilló a Rafael Blanco a renovar los programas de los cursos, donde introdujo temas financieros y un nuevo modelo digital, lo que aumentó en los últimos meses el número de estudiantes. También ideó la Escuela Práctica, la Membresía del Plástico, el programa de radio Planeta Plástico, entre otros.

El más reciente curso (lanzado en 2020), fue “Biopolímeros”, para atender a la necesidad de la industria. Se impartió no sólo para profundizar más en el tema, sino para reinventarse en este negocio, sobre todo en lo que toca a los empaques y productos desechables.

Se calcula que más de 11,000 empresarios, técnicos y gerentes se han visto beneficiados con los sueños cumplidos de este transformador de sueños.

¡Que descanse en paz el Ingeniero Rafael Blanco Vargas, un gran innovador que con su empeño, imaginación y creatividad le dio al plástico en México un lugar más visible en el mapa y una imagen más dilatada!

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