El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que ha sido un pilar para garantizar el comercio de plásticos eliminando barreras arancelarias y facilitando la integración de cadenas de suministro, tiene fecha para ser inspeccionado y, quizá, transformado, o por lo menos para continuar tal como ha sido concebido hasta ahora.
Por eso, a medida que se aproxima la revisión anticipada de dicho T-MEC, las tensiones comerciales se intensifican y las cadenas de suministro se reconfiguran. El T-MEC ha sido fundamental para el comercio regional, especialmente para sectores como el plástico, que dependen de la integración de cadenas de valor entre los tres países. No obstante, la revisión anticipada de dicho tratado, impulsada por presiones políticas y comerciales desde Washington, ha prendido las alarmas en el sector.
Los aranceles pendientes
En otro ángulo, la amenaza de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos —que podrían alcanzar hasta un 25% en productos mexicanos— también representa un riesgo directo para la industria y afectar gravemente la competitividad del sector.
Y si bien aún no se han concretado, estas medidas podrían impactar en exportaciones clave como envases, autopartes plásticas y componentes para electrodomésticos.
Este panorama ocurre en un contexto político y económico marcado por la transición presidencial de los tres países y la expectativa de una nueva política industrial en las tres naciones.
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A pesar de la amenaza de nuevos aranceles, la Industria del Plástico espera crecer un 3% en 2025, impulsada por la demanda de componentes para electrodomésticos y autopartes para vehículos eléctricos y soluciones de embalaje sustentable.
La Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC) se muestra optimista y destaca la resiliencia del sector y su capacidad de adaptación ante escenarios adversos. La industria ha manifestado una notable capacidad de adaptación, diversificando mercados, invirtiendo en tecnología y fortaleciendo sus procesos de reciclaje. No obstante, el impacto de los aranceles podría desacelerar esta recuperación si no se establecen mecanismos de protección y negociación comercial eficaces.
Durante el primer semestre de 2025, las órdenes de compra en el sector plástico mexicano han caído hasta un 20%, reflejo de la contracción en la industria automotriz y la incertidumbre comercial. Sin embargo, el fenómeno del nearshoring —la relocalización de cadenas de suministro más cerca del mercado estadounidense— ha propiciado nuevas oportunidades y acarreado inversiones extranjeras en manufactura avanzada, especialmente en regiones como Querétaro, Guanajuato y Nuevo León, lo que podría compensar la caída en la demanda interna y posicionar a México como un hub estratégico en la producción de plásticos técnicos.
Pemex: ¿Rescate o reconfiguración?
Aunque el plan de rescate de Pemex se ha centrado en la refinación y la reducción de deuda, sus implicaciones para el sector petroquímico son profundas (sobre todo para el sector plástico, especialmente en el suministro de petroquímicos como el Etileno, el Polietileno y el Propileno). De hecho, dicha producción ha sido irregular en los últimos años, y ha obligado a la Industria del Plástico a depender de importaciones costosas.
Si Pemex logra estabilizar su producción y modernizar sus plantas petroquímicas, podría fortalecer la cadena de valor nacional, reducir costos y mejorar la competitividad del sector. La clave estará en si el nuevo gobierno prioriza, como parte de su política industrial, esta reconfiguración.
Decisiones de política industrial
Con la llegada del nuevo gobierno se abrió una nueva etapa para la política industrial mexicana. Ejemplo, el Plan México. La ANIPAC ya ha externado su disposición a colaborar con el nuevo gobierno para impulsar la innovación, la sustentabilidad y la inversión en el sector.
La estabilidad política, la certidumbre jurídica y una estrategia clara de desarrollo industrial serán cruciales para fomentar la inversión extranjera directa y consolidar el crecimiento del sector plástico en los próximos años.
Ante todo, el futuro de este sector en México dependerá de su capacidad para navegar en un entorno comercial complejo, aprovechar las oportunidades del nearshoring, y articularse con una política industrial que reconozca su papel estratégico. La revisión del T-MEC, el rescate de Pemex y la transición política no son obstáculos, sino puntos de inflexión que podrían definir una nueva era para esta industria.
