El Poliestireno Expandido (EPS), mejor conocido como Unicel, es uno de los plásticos peor evaluados por la sociedad. Sobre este polímero hay un mito que corre como pólvora y es que muchos activistas en redes sociales o medios masivos de comunicación aseguran que su reciclaje no es factible.
Lejos de lo que circula de boca en boca, hace unos años estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y empresas del sector probaron lo contrario. La buena noticia es que, en efecto, se le puede asignar un destino sustentable al EPS.
Factor económico
El Poliestireno aporta al año 2 mil 150 millones de dólares al producto interno bruto (PIB) nacional (.19%) y genera por todo el país alrededor de 21 mil empleos directos.
No obstante, en los últimos meses se sumaron algunos estados a la ola de iniciativas prohibicionistas, sin tomar en cuenta el daño que causan a la economía local, a la industria y al consumidor… Además, niegan que existen opciones de manejo y reciclaje.
Organismos como la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac) o la Asociación Nacional de Industria Química (ANIQ) concuerdan en que se debe regular e impulsar una cultura del reciclaje, así como generar la infraestructura para una adecuada valorización de los residuos plásticos, pero NO prohibir.
Sobre este aspecto, cabe resaltar que en México existen propuestas como “Recicla Unicel”, que cumple con modelos y diversas aplicaciones de economía circular.
El proyecto lo conforma Rennueva, DART de México y Marcos y Marcos, organizaciones que presentaron hace unos meses el primer Plan Nacional de Manejo de Residuos de Unicel, cuyos lineamientos se apegan a los estándares de la NOM 161 de la Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) e incentiva a productores, recicladores y otros miembros del sector a responsabilizarse y gestionar adecuadamente los residuos que generan sus procesos.
¿Qué sigue?
Al respecto, hacen falta acciones más efectivas, así como el compromiso de gobierno, sector privado y sociedad. El reciclaje de las botellas PET (Polietilén Tereftalato) en el país es un caso de éxito; se debe, por consiguiente, potenciar esa capacidad en otros residuos.
Si bien existen mociones que cuestionan a los plásticos de un solo uso, las personas continúan sin actuar de manera apropiada, por lo cual productos como envases y embalajes, entre otros, terminan todos los días en rellenos sanitarios, barrancas, ríos y océanos.
Centros de acopio
Rennueva aperturó el primer centro de EPS en la CDMX. La start up abrió sus puertas hace dos años y sus fundadores, egresados de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, diseñaron y construyeron la primera máquina recicladora de Unicel. El equipo peletiza los desechos y genera materia prima para fabricar nuevos bienes.
Marcos y Marcos, con su planta ubicada en Tultepec, también colabora a la causa. Esta compañía realiza el proceso completo de reciclaje hasta transformar “la basura” en marcos y molduras para decoración.
Al cierre del 2018, los centros de acopio de Recicla Unicel recibieron alrededor de 4 mil toneladas; mientras que la industria de la construcción re-procesó cerca de 15 mil toneladas.
Salta a la vista que estos resultados son gracias al esfuerzo de la iniciativa privada. Sin embargo, para que esta fórmula de valorización funcione, es indispensable sumar la voluntad de actores estratégicos: gobierno y sociedad, puesto que ambos juegan un papel clave en el proceso.