PROHIBIR EQUIVALE A TAPAR EL SOL CON UN DEDO
Todo, eventualmente, se convierte en residuos. Sucede con el 99.9% de los productos elaborados con cualquier tipo de material. Esa es una, y la razón principal, por la que llevamos casi tres siglos tirando todo a la basura.
El crecimiento exponencial de residuos acumulados en la naturaleza es la razón por la que es comprensible que las prohibiciones se hicieran tan populares. Con 51 votos a favor, cero en contra y una abstención, la reforma a la Ley de Residuos Sólidos, que prohíbe la comercialización, distribución y entrega de productos plásticos de un solo uso, entró en vigor a partir del 1° de enero de 2020 en la Ciudad de México: No hay más bolsas de plástico en los centros comerciales, y el tema no se detiene ahí.
Además de la Ciudad de México, las entidades que prohíben el uso de las bolsas plásticas son: Baja California, Colima, Durango, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tabasco, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. Los estados que buscan la disminución del uso de las bolsas plásticas son: Aguascalientes, Guanajuato, Puebla, Sinaloa y Tamaulipas. Los que buscan la eliminación: Baja California Sur, Chiapas, Coahuila y San Luis Potosí. En Toluca, Estado de México, se venden.
Los que consideran sanciones expresas a quienes infrinjan la ley: Chiapas, Estado de México, Querétaro y Sonora. Las entidades que remiten a la propia ley para la aplicación de sanciones son: Baja California Sur, Coahuila, Guerrero, Hidalgo, Morelos y San Luis Potosí.
Para los consumidores en general es alentador que los gobiernos locales se centren en aprobar leyes para combatir la basura plástica. Desafortunadamente, si bien estas leyes pueden reducir la forma más visible de contaminación plástica, está ya demostrado que esto sucede a expensas de otros impactos ambientales. Esto se debe a que las bolsas de plástico desechables requieren por un amplio rango, menos recursos para producir (tierra, agua, emisiones de CO2, energía), que el papel, el algodón o las bolsas de plástico reutilizables elaboradas con fibras no tejidas.
El Ministerio de Medio Ambiente y Alimentación de Dinamarca encontró que es necesario reutilizar una bolsa de papel al menos 43 veces para que sus impactos ambientales por uso sean iguales o inferiores a los de una bolsa de plástico desechable típica utilizada una vez. Una bolsa de algodón orgánico debe reutilizarse 20 mil veces para producir un impacto medioambiental inferior al de una bolsa de plástico de un solo uso. Eso sería como usar una bolsa de algodón todos los días durante casi 55 años.
Prohibir los popotes de plástico también es cada vez más popular y ya están en la mira muchos otros productos plásticos como los contenedores de Poliestireno Expansible (EPS).
Lamentablemente, estas prohibiciones dejan la impresión de que resuelven el problema de la contaminación de los plásticos sin mucha discusión sobre soluciones sistemáticas. No podemos prohibir los productos que nos han traído bienestar, salud, seguridad y otros beneficios, debemos invertir en alternativas y educar a la población.
No hay una solución fácil; prohibir por prohibir, no es la respuesta. Si no hay un abordaje sistémico, donde se considere: empresas, gobierno, academia y sociedad civil, surgen soluciones perversas, y no se acaba con el problema.
Prohibir y desestabilizar a la industria, crea problemas sociales. Se cierran empresas, se pierden empleos; se necesita de una visión de sistema que logre proyectos sustentables y estabilidad en los modelos de negocio.
Ese mismo estudio danés, sugiere que la opción de bolsa más ecológica para los consumidores es el Poliéster, reutilizado al menos 35 veces.
Esto mantiene la contaminación plástica fuera de nuestros espacios naturales y reduce los impactos ambientales por uso de la bolsa a los niveles más bajos posibles. Sin embargo, se necesitará mucho más que bolsas reutilizables para resolver el problema de la contaminación de los plásticos. En este momento, sólo alrededor del 9% de los plásticos post consumo se reciclan a nivel mundial.
Los gobiernos a nivel estatal y federal deben asociarse con la industria privada para abordar problemas más sistémicos. Tenemos que invertir en el rediseño de los plásticos para poder reciclar más fácilmente o incluso, descomponer en sus unidades moleculares para posteriormente convertirlos en nuevos plásticos de la misma calidad, la esencia de un sistema de bucle cerrado.
En México, ya estamos dando pasos firmes en este sentido y ya tenemos plantas para reciclar, de clase mundial, como PetStar, Teknopellets, IMER, Tecnología de reciclaje, Grupo Alcamare y varios proyectos en ciernes que están descritos más adelante, como una nueva planta de Envases Universales.
Necesitamos reinvertir los presupuestos gubernamentales en la infraestructura y las políticas asociadas necesarias para estas soluciones sistémicas. Una vez que estas tecnologías se despliegan a gran escala, podemos empezar a recuperar el valor económico de los plásticos, incentivando su recuperación y reciclaje, minimizando al mismo tiempo la contaminación plástica y el consumo excesivo de recursos naturales.
Necesitamos una gama más amplia de políticas públicas inteligentes, educación, una infraestructura de reciclaje que tenga el tamaño adecuado para el problema, una mejor tecnología de reciclaje y nuevos modelos de negocio. Prohibir las bolsas de plástico y los popotes de un solo uso sin una acción adicional significativa querer tapar el sol con un dedo.
El concepto de sustentabilidad y economía circular es algo que la industria, que sabe, y trabaja en ello –no de hace un año, sino de tiempo atrás–, debe aclarar a los legisladores, a fin de que, en el país, se desarrollen normativas objetivas en torno a la Industria del Plástico.
BENEFICIOS DEL RECICLADO
Las resinas recicladas pueden ofrecer propiedades técnicas atractivas y son sustitutos adecuados en muchas aplicaciones. Hay tantos usos posibles para los materiales reciclados como para los vírgenes, ya sea botellas, telas, envases, películas, partes automotrices, electrodomésticos, construcción, entre otros.
Actualmente, el uso de plásticos reciclados satisface alrededor del 10% de la demanda mundial de plástico, aunque algunas aplicaciones son más complicadas su uso por razones técnicas o reglamentarias, como es el caso de la certificación de grado alimenticio que requiere una materia prima con niveles muy altos de trazabilidad y pureza. También es difícil sustituir con resinas 100% recicladas a ciertos plásticos de muy alto desempeño. Además, es importante considerar que, tradicionalmente, los usuarios de plásticos han comprado plástico reciclado porque solía ser más barato que el plástico virgen.
Hoy mismo, la mayoría de los residuos plásticos van a los vertederos o se tiran en el medio ambiente de una u otra manera. El reciclaje de plásticos conduce a reducciones significativas en las emisiones atmosféricas de CO2, ya que el uso de plástico reciclado evita la emisión de una cantidad equivalente a la generada durante la producción de plástico original.
El desarrollo del reciclado también fomenta el crecimiento local mediante la generación de empleo dentro de un territorio. Típicamente, una planta que produce alrededor de 50 mil toneladas de plástico reciclado empleará a unas 30 personas. Esto es significativamente más trabajos que los generados por el envío de una cantidad equivalente de residuos a vertederos o incinerarlos, o por la industria petroquímica sintetizando una cantidad equivalente de resinas vírgenes.
Establecer un sistema para reciclar residuos plásticos permite a una industria local emerger y recuperar valor del material reciclado. Cuando no hay reciclaje, la recuperación de energía es la única posibilidad generadora de ingresos. Sin embargo, debido a que los sistemas de reciclaje de residuos plásticos son logísticamente más complejos que los sistemas tradicionales de procesamiento de residuos (acopio tradicional o diferenciado), esto conduce a mayores costos de gestión de residuos. Este costo adicional debe ser cubierto por los productores y consumidores de productos plásticos a través de la responsabilidad ampliada del productor.
Desarrollar esta actividad también ayuda a proporcionar independencia de los recursos a países con pocos recursos de petróleo o gas.