Si se comparan los robots tradicionales con los robots colaborativos (cobots) uno identifica claramente sus diferencias. Los primeros son difíciles de manejar, peligrosos y confinados a grandes entornos industriales. Mientras que, los segundos, además de que son equipos más pequeños, le evitan al personal técnico y, a la misma compañía, enfrentarse a todo lo anterior.
Si bien los cobots representan solo una fracción del mercado actual de robots industriales (40 mil millones de dólares), éstos crecerán a más de 10 mmdd en la próxima década.
¿Dónde nos encontramos ahora?
La ola de cobots, que inició en la década de 2010, se potenció debido al crecimiento económico y a los altos salarios en los países industrializados. En China, por ejemplo, los sueldos promedio se duplicaron desde 2006; ya no se considera un destino para la subcontratación a bajo costo.
Actualmente, los brazos robóticos y sus símiles móviles AGV (vehículos guiados automatizados, que transportan materiales), se convirtieron en un estándar en los entornos de fabricación y almacenamiento.
Cambios positivos
A través de un sistema de aprendizaje, los robots de Mobile Industrial Robots (MiR) reconocen objetos nuevos sin necesidad de entrenamiento. Son herramientas de fácil programación y más baratos en comparación con los robots tradicionales.
Las formas en que las compañías integran la tecnología, así como las políticas que los gobiernos implementan para regularla –en esta próxima fase económica–, tendrán profundas implicaciones sobre si vemos a nuestros cobots actuales y futuros más como colaboradores que reducen los costos y mejoran las oportunidades para los trabajadores, o como la manifestación física de la automatización que desplaza al capital humano.