En la mesa redonda llamada ¿Las máquinas pueden pensar? llevada a cabo en El Colegio Nacional hace unas semanas, los expertos hablaron desde todos los ángulos de algo inquietante, de la plataforma de Inteligencia Artificial (IA) más popular en la actualidad, el Generative Pre-trained Transformer (o ChatGPT), capaz de escribir un texto, un informe, una tesis o un cuento, y que ha sido creado por la empresa estadounidense OpenAI y que cuenta con el respaldo de Microsoft.
Se trata de un sistema de chat basado en el modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial GPT-3, desarrollado en 2022 por la empresa OpenAI, fundada por Elon Musk, y especializada en el diálogo, en el lenguaje automático.
Se basa en un modelo con más de 175 millones de parámetros, y que ha sido instruido con abundantes cantidades de texto para realizar tareas relacionadas con el lenguaje, desde la traducción hasta la generación de texto.
Esta Inteligencia Artificial está entrenada para sostener conversaciones inteligentes con cualquier persona. Sus algoritmos son capaces de entender con precisión lo que se le pregunte, inclusive con adjetivos y otras variaciones, y de responder siempre de manera coherente.
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Lo sorprendente es que es capaz de dar respuestas acertadas y completas, incluso de varios párrafos, y de expresarlas de manera natural y con información muy exacta, lo que hace muy complicado distinguir que el texto ha sido generado por la IA (lo que se convertirá en un dolor de cabeza para los maestros, o para los directores de un despacho de abogados, o para una compañía publicitaria, por ejemplo).
Un linaje inteligente
La idea de crear máquinas inteligentes y los intentos por automatizar el razonamiento no son recientes. La IA como disciplina de estudio se remonta a 1956, con la realización de la conferencia de Dartmouth, en Estados Unidos.
De hecho, los primeros ensayos en este sentido se inspiraron en diversas ideas que se desarrollaron desde la década de 1930: “La cibernética de Norbert Wiener, que describía el control y la estabilidad en redes eléctricas; la teoría de la información de Claude Shannon, conocido como el padre de la teoría de la información, que describía las señales digitales; y la teoría de la computación de Alan Turing, que mostraba que todo lo ‘computable’ podía describirse de manera digital”, comentó el especialista Carlos Coello, experto en la materia del Cinvestav durante el encuentro en El Colegio Nacional.
Las ramificaciones del lenguaje automático
Para los expertos “…es una herramienta que vino para quedarse”, e inclusive la recomiendan a los alumnos “para que vean cómo funciona. Es un pretexto para entender las redes neuronales artificiales y los retos que implica”.
Los especialistas dicen que “una IA no razona, sino que analiza palabras y su estructura. Es un programa muy bueno para responder preguntas sencillas, pues lo ‘entrenan’ con texto ya disponible en Internet y libros. Las respuestas acertadas que da a muchas preguntas, se debe a que éstas ya existen en muchas partes y, por supuesto, en su base de datos. Pero lo sacas de balance precisamente cuando lo pones a ‘pensar’ en algo para lo que no fue entrenado”, aclaró Héctor Flores en una entrevista publicada en La Jornada.
El experto añadió que “esa amplia información que el ChatGPT posee es lo que hace sorprendente la manera en la que forma oraciones y párrafos, “da la impresión de que lo hizo un ser humano. Se trata de una arquitectura múltiple y complicada, precisamente para que sientas que estás hablando con una persona; lo hace excelente”.
Otro peldaño más, el GPT-4
Hace unas semanas, el 14 de marzo, se presentó la versión mejorada, la GPT-4, respaldada por una inversión adicional de 10 mil millones de dólares de Microsoft, la cual cobra 20 dólares mensuales para poder acceder a todas sus opciones.
Esta última versión genera texto y se puede usar para tareas como codificar y crear imágenes, y también contesta preguntas sobre las imágenes que proporciona el usuario.
Ante ello, Bill Gates se mostró ‘anonadado’ por los alcances y potencial del ChatGPT y externó que acabará por “…reorientar a todas las industrias”.
Sin titubear añadió que el desarrollo de la IA será tan importante como la creación del internet o de los celulares y sin exagerar, la calificó como el “avance tecnológico más importante desde la interfaz gráfica de usuario”, que fue la que permitió a las personas interactuar más fácilmente con las computadoras mediante el uso de íconos, menús y ventanas, y configurar el estándar para los sistemas operativos modernos.
En su blog Gates Notes, anotó que “…el desarrollo de la IA es tan fundamental como la creación del microprocesador, la computadora personal, la Internet y el teléfono móvil”, y, sin duda, dijo, “…cambiará la forma en que las personas trabajan, aprenden, viajan, obtienen atención médica y se comunican entre sí”. También subrayó que “…las empresas se distinguirán por lo bien que lo usen”.
Por lo pronto, se sabe que millones de personas en todo el mundo se muestran entusiasmadas y han usado ChatGPT desde su lanzamiento en noviembre de 2022.
Cambios de vértigo
Pero los gurúes de la industria ven peligro en el horizonte y piden dar una pausa.
De hecho, ChatGPT ha sufrido distintos tipos de censura en algunos países del mundo, entre ellos Italia donde se bloqueó de forma temporal el software de IA.
La razón fue una posible infracción de las normas de protección de datos de la Unión Europea por lo que el llamado era para que ChatGPT ‘respete la privacidad’.
Lo que sí es que expertos en Inteligencia Artificial han expresado su preocupación después de que su trabajo se citara en una carta abierta –confirmada por Elon Musk– en la que se exigía una pausa urgente en la investigación.
La carta, fechada el 22 de marzo y con casi 2,000 firmas, pedía una pausa de seis meses en el desarrollo de sistemas más potentes que el nuevo GPT-4 de OpenAI, respaldado por Microsoft, que puede mantener conversaciones similares a las humanas, componer canciones y resumir documentos extensos.
El empleo, ¿corre riesgos?
Según el New York Times, el ChatGPT, es el avance más reciente en una marcha sin fin de innovaciones que tienen el potencial de transformar muchas ocupaciones y eliminar otras, a veces en paralelo.
Es demasiado pronto para hacer un recuento de cuáles están en peligro y cuáles no, o para medir el impacto general en la demanda laboral y la productividad. Pero lo que parece claro es que la IA afectará el trabajo de manera diferente a los tsunamis previos de tecnología.
Un informe de la Casa Blanca sobre las implicaciones de la tecnología de Inteligencia Artificial asume que “…el riesgo principal de la IA para la fuerza laboral está en la perturbación general que probablemente les causará a los trabajadores, ya sea porque sus trabajos se volverán automatizados o porque el diseño de su trabajo cambiará de manera fundamental”.
La carta abierta afirma que los sistemas de IA con inteligencia humana competitiva plantean profundos riesgos para la humanidad, y cita 12 investigaciones de expertos, entre ellos académicos universitarios y empleados y ex empleados de OpenAI, Google y su filial DeepMind.
Grupos de la sociedad civil de Estados Unidos y la UE han presionado desde entonces a los parlamentarios a que frenen la investigación de OpenAI, que no respondió inmediatamente a los pedidos de comentarios.
Los críticos han acusado al Future of Life Institute (FLI), la organización que está detrás de la carta y que está financiada principalmente por la Musk Foundation, de dar prioridad a escenarios apocalípticos imaginarios frente a preocupaciones más inmediatas sobre la IA, como los prejuicios racistas o sexistas que se programan en las máquinas.
Autor: Mauro Barona