Dividido en cinco partes, este texto de divulgación científica, que pone su microscopio para averiguar cosas tan profundas cómo por qué se acumula la pelusa en el ombligo, es el ideal para pensar en otra cosa que no sea el COVID-19 en esta cuarentena.
La autora, Alejandra Ortiz Medrano, es bióloga, le encanta la divulgación científica, y asevera que contestó las 50 preguntas de las que consta este libro para brindar conocimientos útiles para brillar en las sobremesas domingueras, despertar envidias entre los hermanos y encontrar pautas inesperadas para fortalecer el sentido del humor, últimamente, por cierto, de capa caída.
La primera, de las cinco partes, dedicada al cuerpo, explica entre otras cosas la relación del comportamiento humano con la luna, o por qué los mosquitos pican más a unas personas que a otras, o por qué se enchina el cabello con la humedad, o por qué nos gusta hacer popó, y nos aclara, además, la incógnita de saber si el estrés produce canas o no.
La parte dos habla de los alimentos y aclara, menos mal, por qué sabe más rica la capa del muffin que el resto, y también por qué las embarazadas tiene antojos, entre otras acuciantes preguntas.
La parte tres hace reflexiones sobre la naturaleza y responde por qué algunos animales pueden detectar enfermedades en las personas, o por qué los perros son mejores que los gatos (¿o viceversa?). También explica la relación de la incompetencia laboral con el calor.
La parte cuatro se enfoca a preguntas sobre la evolución, y responde dudas como para qué sirve el apéndice, y por qué la piel se pone chinita. También nos deja saber por qué ocurre el hipo, y algo que todos se preguntan, ¿por qué son tan inútiles los bebés?
La parte cinco nos explica por qué la ropa mojada cambia de color y detalla ¿qué es el efecto placebo?
Así que ya tiene en qué entretenerse, y si le sobra tiempo, es recomendable también el libro La risa en serio, buen humor y ciencia, de Juan Tonda Mazón, Ediciones B México, S.A. de C.V., 2016, con 194 páginas.
El libro presenta el lado amable de la ciencia y de sus protagonistas, como Newton, Einstein, Galois…, e inclusive de científicos de casa, como Carlos Graef Fernández y José de la Herrán. Fue escrito con un estilo ameno y simple que vuelve accesibles y divertidos algunos conceptos peliagudos del ámbito de la ciencia.
El primer capítulo (de los 24 que contiene, todos afortunadamente breves) habla de la risa, pero desde la ciencia, porque es un tema, nos informa el autor, “al que aún le faltan varias piezas”. No se los pierda.